Rocky puso en el mapa a Sylvester Stallone. El actor, que hasta esta película de 1976, no había conseguido aún dar el salto al estrellato, con papeles secundarios en cine y televisión, y alguna incursión en el cine para adultos, consiguió hacerse un hueco en Hollywood. Otro de sus papeles más emblemáticos es el de John Rambo, en la película Acorralado, basada en la novela de David Morrell, cuyo éxito le catapultó definitivamente al estrellato, iniciando una carrera que, sobre todo en los 80, parecía imparable. Pero, como nada es eterno, su carrera se estancó en los primeros 90, quedando en un segundo, o más bien tercer, plano.
No obstante, como todos los grandes boxeadores, Stallone quería regresar para recuperar la fama y el éxito, haciendo un retorno triunfal con sendas secuelas de sus mayores éxitos, tituladas, muy apropiadamente, ‘Rambo’ y ‘Rocky Balboa’. Pero no ha tenido suficiente con ellas, y quiere seguir ligado a sus dos personajes emblemáticos con nuevas secuelas, suponemos que por el traspié que le ha supuesto Los Mercenarios 3, con la quinta entrega de Rambo y la séptima de Rocky.
El actor, en su cuenta oficial de Twitter, ha anunciado que va a rodar Creed, película centrada en el nieto de Apollo Creed, el boxeador trasunto de Mohammed Ali que interpretó el magnífico Carl Wheathers. En esta secuela, aunque quizá sería más adecuado llamarla spin-off, Rocky Balboa sería el entrenador del descendiente de su antiguo rival y amigo.
Going to Philly to start the film CREED.... What a great idea
— Sylvester Stallone (@TheSlyStallone) diciembre 28, 2014
Estas secuelas son completamente innecesarias, pues las últimas entregas de cada una conseguían cerrar perfectamente la historia de cada uno de los personajes. Además, el estilo de Stallone como héroe de acción está ya pasado de moda, los tiempos de Reagan ya son sólo vagos recuerdos y la Guerra Fría acabó. Pero hay personajes que son mitos, iconos y héroes de una generación, que quizá merezcan un último saludo desde el escenario, para tener una despedida por todo lo alto. Y aquí Stallone juega con el factor nostalgía, algo muy difícil de combatir.