Sin Los 4 Fantásticos, Marvel Comics no existiría hoy día. Lo que comenzó como el canto de cisne de Stan Lee en el campo de los cómics, creando junto a Jack Kirby algo distinto de lo que hacía DC Comics en la época, dio como resultado la que es hoy la mayor editorial de Estados Unidos.
Los derechos para el cine los posee 20th Century Fox, que ya rodó dos películas la década pasada. Tras unos cuantos años llega la nueva película de la Primera Familia de Marvel. Su producción no ha estado exenta de polémicas, ya sea por comentarios desafortunados de los actores, los rumores de comportamiento poco profesional del director, o el rodaje de nuevas escenas meses después de la fotografía principal. Una vez estrenada, hay que decir que, si la Fox trataba de renovar esta franquicia, ha fracasado estrepitosamente en su empeño.
Camino a la perdición
Cuatro Fantásticos cuenta la historia de un pequeño genio, Reed Richards, quien ya en el colegio quiere ser el primer hombre en conseguir la teleportación. Incomprendido por los que le rodean, experimenta con los materiales que tiene a mano en el garaje de sus padres, escamoteando lo que puede del vecindario. Acaba trabando amistad con otro niño, Ben Grimm, quien es todo lo contrario a él, pero igualmente alienado, supuestamente por ser el más pequeño de la familia.
Finalmente, Richards consigue teleportar cosas pequeñas al final de su adolescencia, pero la gente de su entorno es incapaz de comprender la ciencia tras su logro. Sí lo hace el Dr. Franklin Storm, quien contacta con él en una feria científica y le recluta para una fundación de futuros genios, la Fundación Baxter, financiada por el gobierno.
Una vez el joven Richards se une a la fundación, comienza a trabajar en el proyecto de desarrollar el teleportador, que en realidad no desplaza personas de un punto a otro de la Tierra, sino a otra dimensión. El proyecto había sido iniciado por otro genio, Victor Von Doom, pero lo abandonó desilusionado con el potencial uso que pudiera hacer de él un gobierno en el que no confía.
Von Doom se une al proyecto y, tras arduo trabajo, finalmente se resuelven los problemas de funcionamiento del portal. Los protagonistas acaban viajando al otro lado, pero las cosas salen mal. No obstante, obtienen poderes, auqnue son incapaces de controlarlos. En este punto el gobierno les ofrece ayuda para curar su estado, a cambio de que trabajen para ellos como soldados. Esta falta de control de los poderes es innecesaria, y parece que lo han metido para que tengan alguna vulnerabilidad, algo que no se comprende bien.
A partir de que adquieren los poderes, la película cambia radicalmente. Cualquier evolución lógica se diluye, precipitándose los acontecimientos y aumentando los agujeros de guión. La gran amenaza obviamente es Von Muerte, pero está tan absolutamente forzada que no se sabe si es por falta de explicación o de caracterización. En todo momento da la impresión de que faltan escenas que ayuden a explicar lo que está pasando y por qué sucede, lo que da como resultado el peor tercer acto de una película de superhéroes de los últimos diez años. Por no decir que el final no tiene mucho sentido.
Un reparto desaprovechado
En cuanto a los actores, teniendo en cuenta el material de partida, estos hacen lo que pueden. En la primera mitad de la película están por lo general bastante bien, aunque sólo se desarrolla realmente el personaje de Miles Teller, Mister Fantástico. Su buen amigo Ben Grimm sólo queda definido finalmente por su amistad con Richards, aunque Jamie Bell hace una buena labor, si bien en la versión doblada se perderá su voz en las escenas generadas por computadora de la Cosa.
Kate Mara y Michael B. Jordan, la Mujer Invisible y la Antorcha Humana, no tienen un papel con el que puedan hacer algo. En los dos primeros actos casi no se desarrollan sus papeles. Mara es invisible en todos los aspectos y sólo se emplea como recurso narrativo en dos momentos claves, resultando uno un poco forzado y el otro estúpido, pues es algo que podría haber hecho mucho antes, o que podría haber realizado otra persona por ella. Jordna, por su parte, le toca hacer de rebelde sin mucha causa. Carece de interacción con otros personajes, no tiene mucha relación con su hermana y con Ben Grimm aún menos. Ambos actores hacen lo que pueden, pero no es suficiente.
El villano de la película es Toby Kebell, pero durante la mayor parte del tiempo en pantalla es un personaje que se muestra receloso del poder, que suspira por Sue Richards y que, cuando se alza como villano, resulta ridículo y fuera completamente de lugar. El actor hace lo que puede, pero jamás te llegas a creer al personaje, menos aún al final de la película. Es la peor versión del Doctor Muerte jamás hecha.
Fuera del reparto principal casi no hay secundarios. Los únicos relevantes son Reg. E Cathey, como el Dr. Franklin Storm, y Tim Blake Nelson como el Dr. Harvey Allen, un científico que trabaja para el gobierno. El primero es un tipo paternal y paternalista, pero poco coherente. No le importa cobrar del gobierno y del ejército mientras no sean sus hijos quienes combatan. El personaje de Allen queda en una caricatura del típico hombre servil a los intereses gubernamentales, aunque es el único personaje que es sincero en cuanto a lo que quiere.
Una fantástica catástrofe
De esta película no se puede decir mucho más. El estudio da la impresión de haber interferido en el montaje, o quizá han hecho lo que han podido con lo que el director ha rodado. Tanto el director como el estudio se echan mutuamente en cara la autoría del montaje final. Si es el montaje del director, faltan escenas en la segunda parte. Si es el montaje del estudio, cuesta creer que semejante chapuza haya sido autorizada.
La película tiene agujeros de guión por todas partes. Le falta orientación, sus personajes no están suficientemente desarrollados, se echa de menos la dinámica de Los 4 Fantásticos como una familia. La personalidad a la que los lectores de cómics están acostumbrados está ausente. Además, quiere ser una película antimilitarista, pero sólo por el hecho de que los personajes son reclutados por su gobierno para acciones de combate. No se entra en ningún momento en qué tipo de operaciones militares son, o si están o no justificadas.
El origen de los personajes emplea elementos de Ultimate Fantastic Four, pero se lleva más de la mitad de la película. Esto, en una película de 100 minutos, es un error más que fatal, pues obliga a acelerar el resto de la historia. No hubiera costado nada aumentar a 150 minutos la película para contar la historia que se vislumbra que sus responsables tenían en mente, aunque quizá habría sido una tortura para el público, pues le falta ritmo y acción. La única batalla es al final y es ridícula.
Cómo salvará 20th Century Fox del desastre a estos personajes es algo que se antoja difícil. Puede ir directamente a la segunda parte y tratar de arreglar lo que han roto, ir al cruce con los X-Men que querían o reiniciar la historia otra vez. Ninguna de ellas es una tarea fácil. Lo que está claro es que no van a permitir que los derechos reviertan a Marvel, pues sería reconocer la derrota, dando igual el daño que han hecho a los personajes con esta película.
Aunque ha recuperado el presupuesto de la película a nivel mundial, es muy difícil que iguale los resultados de la película de 2005 dirigida por Tim Story. Es una película sólo apta para curiosos. Quienes esperen ver algo cómo X-Men: días del futuro pasado o una película de Marvel Studios, harán bien en ahorrarse la entrada.