Eric Schmidt es el CEO de Google, y por lo tanto uno de los mayores representantes de la forma de vida occidental. Esa de las libertades individuales, del Estado de bienestar, Hollywood y los Vigilantes de la playa. Por eso es difícilmente justificable que haya visitado Corea del Norte para conseguir que el régimen comunista proporcione acceso a Internet a su pueblo.
La situación en Corea del Norte es extremadamente complicada debido a que se trata de una potencia nuclear que tiene aterrorizada a Corea del Sur. La nación de origen de Samsung, uno de sus mayores aliados en el fomento de Android, y uno a los que más les ha podido molestar que Eric Schmidt visite a su enemigo del norte. Los surcoreanos son, ante todo, patriotas. Y ese tipo de cosas no las pasan por alto fácilmente.
Es poco entendible esta visita porque en Corea del Norte el pueblo se está muriendo de hambre. No tiene acceso a Internet por una sencilla razón: sus líderes no quieren que el resto del mundo sepa lo que está ocurriendo dentro de sus fronteras. Es un país que para ir de visita turística hay que tener muchos contactos, y muy buenos, dentro del gobierno. Y si consigue visitarlo, te llevarán únicamente a los tres o cuatro lugares, lejos de la pobreza que asola al 99 por ciento del país.
No es razonable que Eric Schmidt pida acceso libre a internet y no pida algo tan básico y mucho más importante para sus ciudadanos como son la libre de expresión, la libertad de movimiento, el acceso a servicios sanitarios adecuados o, parece mentira que haya que decirlo, el acceso a los alimentos.
Por lo tanto creo que esta visita es totalmente absurda porque deja en mala posición a Google en Corea del Sur, y lo segundo porque se puede interpretar como el apoyo tácito de una parte de occidente al régimen comunista, del cual sólo les preocupa que sus ciudadanos no tengan acceso a internet. El 25 por ciento de la población está muriendo de hambre. Eso son 6 millones de los 24 millones de habitantes "oficiales".
Las torturas a los detenidos son constantes, y el 60 por ciento de los detenidos mueren en las cárceles. Además, la pena de muerte es legal y usada sin impunidad sobre aquellos que se atreven a llevar la contraria al gobierno, aunque si son afortunados serán enviado a campos de trabajos forzados donde morirán, en vez de en unos pocos días, en unos pocos años. EE.UU y Corea del Sur estiman que hay 200.000 presos en este tipo de campos.
Por todo esto, no se puede entender cómo puede Eric Schmidt pedir acceso libre a internet para los ciudadanos norcoreanos y no denunciar la situación real en la que se encuentran. Mal, muy mal, porque además la visita ha sido guiada por los militares, para evitar las zonas de mayor miseria del país, y de Pyongyang. Mal, muy mal, porque lo hace para intentar sacar tajada de una improbable apertura del país a Internet.
Eric Schmidt es el cabeza visible de Google, una de las cuatro empresas más importantes del planeta y del mundo occidental, y lo que menos debe hacer es apoyar indirectamente a regímenes en los que no existen los derechos humanos.