En la Universidad Duke de Carolina del Norte han desarrollado un nuevo sensor que es capaz de detectar la dirección de la que procede un sonido en particular. Esto permite incluirlo en ciertas aplicaciones de dispositivos electrónicos como métodos avanzados de reducción de ruido, o mejorar la captura de imágenes para medicina mediante ultrasonidos.
El prototipo mide en torno a 15 cm de radio, pero los investigadores esperan reducir considerablemente su tamaño para incluirlo en dispositivos pequeños. Las pruebas realizadas enviando tres sonidos distintos desde posiciones arrojaron un 96,7% de posibilidad de diferenciar la procedencia de los sonidos.
El sensor está creado con material conocidos como metamateriales, que comprenden por ejemplo aquellos materiales que amplifican propiedades no encontradas en la naturaleza. Además utiliza una técnica de procesado de señal conocida como detección por compresión, y el sensor no tiene partes móviles.
El sensor incluye una serie de aletas que, al cruzar por ellas los sonidos, se ven modificados de forma sutil pero que puede ser detectado y de esta forma saber que aleta ha producido el cambio.