A diferencia de los seres humanos, animales pequeños como las aves o los lagartos, pueden saber la procedencia de un sonido por el tiempo que tarda la vibración en pasar de un oído al otro porque ambos canales auditivos están internamente conectados. De hecho, si iluminamos un lado de la cabeza de un lagarto geco, podemos ver como la luz sale por su otro oído.

Esta peculiaridad de la naturaleza ha inspirado a los investigadores de la Universidad Técnica de Munich, para buscar una manera de crear robots que no dependan por completo de algún tipo de alimentación energética.

La audición en los animales pequeños resulta curiosa porque detectan el sonido de forma distinta. Al percibir un sonido por alguna cavidad auditiva, pueden saber su intensidad por la resonancia que causa dentro del túnel interno que conecta ambos oídos. A los ingenieros de Munich les ha parecido interesante porque es un fenómeno enteramente estructural y relativamente fácil de replicar.

Leo Van Hemmen, autor principal del estudio, confía en que este tipo de amplificación sonora podría ser enormemente beneficiosa para robots que necesiten detectar señales auditivas, pero que no pueden contar con grandes fuertes de energía.

Vía: Gizmodo UK.