Microsoft fue muy ambicioso en la presentación oficial de Windows 10 porque aseguró que en tres años estaría instalado en nada menos que 1000 millones de dispositivos. Una vez pasado ese tiempo, la cifra en la que se ha quedado Microsoft es en la de 700 millones de dispositivos, si bien en las últimas fechas ha ha empezado a frenar el ritmo de adopción de este sistema operativo, a pesar de las mejores ventas del sector PC.
La compañía computó en ese cálculo de los mil millones cosas como los teléfonos con Windows 10 Mobile o las tabletas con procesador ARM. Sin embargo, ambos sectores quedaron en nada, abandonados por la compañía, y solo recientemente ha vuelto a ese último, el de las tabletas con procesador ARM, a través de la versión que ejecuta Windows 10 completo con procesadores Snapdragon de Qualcomm a través de la emulación de las aplicaciones no nativas para esos procesadores —o sea, todas menos las de la Tienda de Windows y las nativas del sistema operativo—.
En mayo del año pasado había 500 millones de dispositivos con Windows 10, y el pasado noviembre había 600 millones. Casi diez meses después ha superado los 700 millones, suponiendo una considerable desaceleración. La apuesta de Microsoft por Windows 10 como el «último Windows que habrá» está centrada en añadir servicios de pago como OneDrive, recopilar información de los usuarios para ofrecer anuncios personalizados a los usuarios del sistema operativo, y otras fuentes similares de ingresos adicionales más allá del coste de la licencia del sistema operativo.
Solo recientemente está consiguiendo convencer a los jugones a que se actualicen a Windows 10, y solo porque algunos juegos AAA están llegando siendo solo compatibles con DirectX 12, que es la biblioteca gráfica usada por defecto en Windows 10 y no está disponible para las versiones anteriores de Windows. Al ritmo actual, puede que tarde un año más en llegar a los 800 millones de dispositivos con Windows 10.
Vía: Ars Technica.