Prácticamente desde el mismo momento de la implantación de las antenas de comunicación para tecnologías inalámbricas surgieron detractores que clamaban enfermar debido al paso de las ondas electromagnéticas a través de su cuerpo. La preocupación de la comunidad científica y médica por sus efectos es real, pero tras años de investigación en lo que se refiere a las antenas de comunicaciones y nuestra convivencia con ellas (los suficientes como para que su repercusión hubiera sido un hecho innegable) la ciencia indica que no hay por qué preocuparse.
La ciencia ha demostrado que en las condiciones habituales de exposición, por debajo de los límites de seguridad establecidos por la Comisión Internacional sobre Protección Frente a Radiaciones No Ionizantes, no se han reproducido efectos biológicos en las personas. Esto significa que no debes temer a tu router wifi, no es necesario que tires cable por toda tu casa o que lo apagues mientras duermes, y que puedes seguir descargando cosas sin preocupación. Si acaso, deberías preocuparte de hacerlo pronto, antes de que se implante una nueva legislación de derechos de autor.
Si eres o eras una de esas personas preocupadas por las radiaciones electromagnéticas, solo puedo decir que tampoco estás a la altura de los terraplanistas. Realmente tienes una base para preocuparte, puesto que las radiaciones electromagnéticas sí pueden llegar a causar problemas si, por ejemplo, te metes dentro de un microondas gigante porque vas a acabar muy mal. Lo que me recuerda que hay personas que dicen que calentar comida en el microondas es malísimo, lo cual también es falso.
Como investigador, he de decir que el tufillo mafioso que ha adquirido en los últimos años el mundo de las editoriales y las publicaciones científicas facilita muchísimo que este tipo de alarmas y el negocio que mueven por detrás no tengan freno. De hecho, existen estudios publicados que apoyan el daño causado por las antenas de comunicaciones, todos ellos de una calidad bastante deleznable, pero son muy pocas las personas con la capacidad de juzgar la calidad de un estudio científico. De hecho, desgraciadamente, gran parte de la población se cree cualquier cosa que publique un amigo en Facebook sin poner en duda ni siquiera el pésimo uso del lenguaje que suele acompañar a este tipo de publicaciones.
Por otro lado, en España, se tiene la desgracia de contar con sentencias judiciales a favor de individuos que afirman tener un "síndrome de hipersensibilidad electromagnética" que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no define ni reconoce. Lamentablemente, los jueces, al menos en nuestro país, no tienen por qué tener formación científica y así pasa. Por supuesto que hay sentencias peores en otros ámbitos, pero esto les vale a muchos para sustentar el mito y seguir haciendo caja.
Todo esto se recoge en un artículo que hace unos días el doctor en Radiología y Medicina Física, Alberto Nájera López, publicó un artículo en The Conversation donde expone el tema con gran claridad y autoridad científica.
Vía: The Conversation.