Unity intenta hacer frente a la oleada de cambios del motor Unreal de Epic Games pero el año pasado pensó que lo que necesita era dinero para ello porque tuvo que despedir a más de 600 empleados. A la directiva se les ocurrió la feliz idea de que podían cobrar a los desarrolladores por cada instalación del entorno de ejecución de Unity, pero se puso a (casi) todos en contra y tuvo que recular aunque no descartó totalmente el plan. Incluso la plantilla de la compañía advirtió de que el plan era nefasta y que estaba a medio cocinar. Así que finalmente Unity ha optado por descartar este plan de cobro para alegría de casi todos.

El director ejecutivo de la compañía, Matt Bromberg, ha pedido disculpas por el plan y asegura que quieren volver a la senda de inspirar confianza en sus clientes. El anterior, John Riccitiello, se jubiló anticipadamente tras la controversia del plan de cobros presentado el año pasado. Riccitiello estuvo previamente en Electronic Arts, dejando polémicas y hundiendo las finanzas de la compañía, lo que le llevó a presentar su dimisión en 2013, por lo que su desparacición del sector fue aplaudido por muchos, esperando que no vuelva.

Eso de cobrar cada vez que alguien se instalara un juego con Unity desde Steam y otras tiendas era totalmente estúpido desde el primer momento. Por un lado, porque iba en contra de los desarrolladores indis que venden sus juegos a muy bajo precio. Este modelo, que era un poco más complejo y controvertido, pasa a mejor vida y se queda el siguiente: Unity Personal, gratuito para ingresos menores de 200 000 dólares, lo cual supone un aumento desde los 100 000 dólares actuales; Unity Pro, con un aumento del 8 % del precio a 2200 dólares por desarrollador; y Unity Enterprise, para las empresas que facturan más de 25 millones de dólares, y a las que aumentan el precio un 25 %.

El aumento es lógico y natural porque hay que aplicar el 20 % de inflación del primer mundo de los últimos tres años. Ya prácticamente no hay nada que no haya subido esa cantidad o más, incluso la PlayStation 5 Pro, que de no ser por ella habría costado 650 euros o 700 euros en lugar de los 800 euros anunciados por Sony. Lo terrible del asunto es verlo ya lo normal, que lo es por necesidad, que el poder adquisitivo de los trabajadores se haya desplomado y que los sindicatos no digan nada de nada porque sus amigos que les reparten millones de euros en subvenciones están en el Gobierno.

Vía: Ars Technica.