Tarde o temprano Linus Torvalds pasaría por el aro y permitiría algo que muchos desarrolladores estaban pidiendo para simplificar el desarrollo del kernel de Linux y las aplicaciones: eliminar la compatibilidad con los arcaicos procesadores i386.
Si por algo se caracteriza el creador de Linux es de darle una máxima importancia a la compatibilidad hacia atrás de su kernel. Pero hay que llegar a un límite de hasta cómo de atrás hay que dar esa compatibilidad. Esa generación de procesadores data de 1985 y marcaron la clara predominancia de los procesadores de Intel. La arquitectura se convirtió rápidamente en un éxito. Es la época en la que IBM era el rey de las ventas de ordenadores, con su BIOS y sus periféricos PS/2 que eran lo último.
La versión de Linux actual es la 3.7. Incluye mejoras de seguridad y compatibilidad con tarjetas gráficas Nvidia, así como con procesadores ARM de 64 bits (que todavía no han visto la luz). Y se trata de la última en la que se tendrá soporte para los i386. La versión 3.8 lo eliminará por completo. No se sabe muy bien cuándo saldrá a la luz, pero el desarrollo ya está centrado en esa versión.
Aprovechando la ocasión, el compilador GCC también está estudiando eliminar la compatibilidad con esos procesadores, y seguramente que muchos otros programas también sigan el ejemplo. Al fin y al cabo, si eres un programa de Linux y no puedes correr sobre un procesador, ¿qué sentido tiene seguir siendo compatible? Cosas de la tecnología moderna.