Con la llegada de Windows 10, Microsoft tenía en mente llegar a los 1.000 millones de dispositivos funcionando con el sistema operativo en el plazo de tres años. Para ello necesitaba que los Lumia se vendieran en mayores cantidades y que los usuarios actualizaran en masa a Windows 10. Con el tiempo se comprobó que ni una cosa ni la otra se iba a dar.
Por ello Microsoft recrudeció su campaña de actualiaciones, llegando incluso a actualizar los equipos sin el consentimiento de los usuarios, o haciéndolo de una forma que no quedaba clara al usuario lo que iba a ocurrir. Esta política de actualizaciones ya le ha costado una demanda por la que ha tenido que pagar 10.000 dólares, y se le han sumado otras dos demandas. Una de ellas ha sido tramitada en Florida, y la otra en Israel.
La demanda en EE. UU. gira en torno a la supuesta violación de las leyes estatales sobre anuncios digitales no solicitados, y potencialmente contra las reglas de la Comisión Federal de Comercio sobre publicidad engañosa o injusta. La demanda israelí se centra en la instalación no solicitada de Windows 10 en un PC sin el consentimiento del usuario, similar a la demanda que ya ha perdido Microsoft en los tribunales estadounidenses.
Por supuesto, Microsoft cree que ambas demandas no prosperarán, pero lo cierto es que tiene más cosas en su contra que a su favor en estas demandas. La actualización gratuita a Windows 10 termina hoy, tras lo cual aquellos usuarios que quieran disfrutar de esta nueva versión de Windows tendrá que pasar por caja.