LG ha roto claramente el círculo de presentación cada doce meses de un teléfono insignia en el MWC, ya que lo único que ha traído en la gama alta a la edición de este año ha sido el V30S ThinQ. Este teléfono es una versión del V30, al que le cambian la memoria de 4 a 6 GB y el almacenamiento de 64 a 128 GB. Hay una versión con más almacenamiento llamada V30S+ ThinQ, que tiene 256 GB, manteniendo el lector de tarjetas micro-SD de hasta 2 TB.
Lo único que ha podido cambiar en este V30S ThinQ es ese sufijo, ThinQ, que se lo pone a todos los productos de la compañía relacionados con la inteligencia artificial (IA). La versión que incluye de Android es la 8.0 Oreo en vez de la 7.1.2 Nougat del V30, y con ello trae más aplicaciones centradas en la IA. La cámara de fotos se supone que mejora gracias a ello la calidad de las fotos automáticamente —como hacen todos los teléfonos—, usando mejor su doble cámara trasera de 16 y 13 Mpx. También meten IA adicional a los comandos de voz de Google Assistant, recomendaciones al tomar fotos en función de lo que haya en ellas, y poco más. Nada reseñable o que no pudiera tener el V30 mediante una actualización del sistema operativo.
El diseño se mantiene en aluminio, pantalla de 6 pulgadas OLED de 2880 × 1440 px compatible con HDR, y el procesador Snapdragon 835, que probablemente se deba a una nueva exclusividad temporal del Snapdragon 845 para Samsung. El diseño es a prueba de agua con certificado IP65, y es a prueba de golpes con certificado MIL-STD 810G. El tamaño y el peso se mantienen iguales, y en general es un teléfono cuya necesidad de existir es discutible.
Se pondrá a la venta en marzo en colores azul marroquí y gris platino.