La ley de inteligencia artificial aprobada por la Comisión Europea hace unos meses ha pasado el corte del Parlamento Europeo, que es una mera formalidad al estar consensuada por los Gobiernos nacionales de los Veintisiete. Están vendiendo a bombo y platillo esta ley que, en la práctica, sirve de poco para los problemas reales que plantean las inteligencias artificiales generativas, que tienen que ver principalmente con los derechos de autor.
La ley establece una serie de limitaciones al uso de la IA, siendo la principal la de su uso para sistemas de identificación biométrica, y todo lo relacionado. Eso es usar la información capturada por estos sistemas para categorizar a los sujetos de las imágenes que sean procesadas, lo cual incluye sus características físicas o incluso emocionales. También afecta a la «actuación policial predictiva cuando se base únicamente en el perfil de una persona o en la evaluación de sus características», y a su uso para explotar vulnerabilidades de las personas. Las FCSE podrán usarlas con autorización judicial en sitios y momentos concretos.
Las multas que puede imponer la UE en base a esta ley es de hasta 35 millones de euros, o hasta el 7 % de los ingresos globales de la compañía, lo que sea mayor. Teniendo en cuenta que es una ley hecha con la mirada puesta en Apple, Google, Meta, OpenAI y otras estadounidenses, una buena multa puede resolver algunos problemas de financiación de la UE.
Se incluye una serie de obligaciones a su uso en sitios sensibles, como los servicios públicos y privados esenciales (sanidad o banca), o cuando su uso pueda afectar a derechos fundamentales o al medioambiente. También incluye una serie de requisitos de transparencia, como por ejemplo publicar resúmenes detallados de con qué se ha entrenado una inteligencia artificial. Pero más allá de eso, se limita a establecer que las IA se acogerán a la legislación vigente de la UE sobre derechos de autor. Que es como no decir nada. Las ultrafalsificaciones (deepfakes) tendrán que etiquetarse claramente.
Los legisladores eurounidenses, inmersos ya en la precampaña de las elecciones de junio, dejan el desarrollo de los temas sobre derechos de autor para después de las elecciones. Pero no son cuestiones menores, aunque tener que detallar con qué se ha entrenado una IA es un paso fundamental para poder presentar denuncias. Teniendo en cuenta que una IA no crea sino que copia, hay un agujero legal enorme para aquellos que no quieren que se usen sus obras para entrenar a las IA generativas. Hay muchas otras cuestiones sobre las IA que se dejan fuera de esta ley, por lo que no está mal, pero es insuficiente. Todavía queda que sea aprobada por el Consejo Europeo.
Fuente: Parlamento Europeo. Vía: Ars Technica.