China levantó hace un par de años la prohibición de venta de consolas dentro del país, y con una población de 1.400 millones de potenciales compradores, es suficientemente suculento como para que Sony y Microsoft hayan puesto a la venta allí sus últimas consolas. Pero ambas compañías no lo están teniendo fácil para venderlas, con un bajo interés del consumidor chino.
Un ejecutivo de Sony ha indicado que el problema fundamental es que están tratando con un régimen que impone censura a todos los niveles, incluidos los juegos de consola. Además indicaba que tratar con el gobierno es un proceso largo.
El problema de la censura reside en que hay muy pocos juegos a la venta (o que hayan obtenido la aprobación de los censores), y eso ha llevado a que se hayan vendido menos de 550.000 consolas (entre Xbox One y PS4) durante 2015.
China no permite que se vendan juegos que incluyan contenido relacionado con juegos de azar, que instige el odio racial, promueva o incite el uso de drogas o de violencia, que viole las leyes y, en general, todo aquello que suele atraer más de los videojuegos: violencia, sexo y drogas. Quitando la violencia, quitas el 95% de los juegos de consola.
En algunos casos las compañías pueden evitar las prohibiciones cambiando el color de la sangre (en World of Warcraft se cambió a un color verde), pero en otros la trama hace imposible adaptar el juego al país (intentad jugar a The Witcher 3 con la censura china por medio).