Quizás lo que les falta a mucha gente que no tiene afición por los videojuegos es descubrir que estos son capaces de transmitir y tocar las emociones como hacen la literatura, el cine y otras artes. No hace falta gráficos de última generación o incluso una compleja jugabilidad, si no una historia que contar y unos personajes que transmitan esas emociones. Pocos estudios de videojuegos son capaces de lograr esto con maestría, pero uno de los mejores regresa tras muchos años de silencio con The Last Guardian.
Una historia de amistad
Para ponerse un poco en antecedente, hay que echar la vista unos cuantos años atrás cuando un desconocido estudio de videojuegos lazó Ico, un juego de una princesa que era rescatada por un niño que se alejaba mucho del héroe tradicional, pero que juntos tenían mucho que contar. Después llegó Shadow of the colossus, donde un guerrero y su caballo marchaban en busca de colosos a los que dar muerte.
En ambos juegos se ve un mismo patrón con dos personajes que desarrollan una historia juntos sin intercambiar palabra y una mecánica sencilla. Con tan solo esto el Team ICO ha conseguido que gran parte de la comunidad de jugadores lleve nueve años esperando un juego con la misma fórmula, y The Last Guardian cumple con estas claves.
Construir una confianza
Normalmente cuento la historia del juego ligeramente por encima para introducir al jugador en la trama, pero en esta ocasión solo diré que un muchacho y una bestia mitad gato, mitad pájaro llamada Trico, tendrán que escapar juntos de donde han aparecido encerrados. Dos personajes que tendrán que aprender a confiar el uno en el otro para poder lograr su objetivo.
El jugador tendrá el control del chico mientras que Trico tendrá personalidad propia. Por lo general Trico seguirá al jugador, pero este tendrá que realizar acciones para hacer crecer la confianza mutua, pero eso no evitará que este se comporte como un animal y a veces pierda el interés en el jugador, pero se trata de un compañero con el que se podrá contar siempre que aparezcan los problemas, porque al fin y al cabo, eso es lo que hacen los amigos ¿no?