Uno de los secretos del éxito de los juegos de Blizzard es que funcionan en una enorme cantidad de equipos. Suelen optimizar al máximo el motor gráfico como para que funcione en la mayor parte de las tarjetas gráficas del mercado, y eso incluye las tarjetas gráficas integradas en los procesadores. Blizzard indicó en el pasado GDC que, de hecho, el 22 % de los jugadores de Overwatch usan una gráfica integrada.
Según Ryan Greene, ingeniero de software sénior en Blizzard, esta optimización les suele dar muy buenos resultados a la compañía, y es algo que han procurado hacer siempre. Además, los requisitos mínimos para ellos suelen ser mínimos de verdad, y pensados para aquellos que quieren jugar pero no tienen un equipo bueno —que también tienen derecho a disfrutar y dejarse el dinero en los juegos de Blizzard—. Suelen definir estos requisitos mínimos con los 30 FPS en mente.
La compañía realizó pruebas de campo con Overwatch funcionando en equipos de especificaciones dispares, y todos los que pudieron probarlo se sorprendieron de lo bien que iba el juego incluso en equipos con características pobres. Además, de esta optimización por debajo también se beneficia el rendimiento en consolas y en los equipos más potentes.
A continuación podéis comprobar el aspecto del juego con los ajustes al mínimo y al máximo.