Death Stranding es una de esas pequeñas obras de arte incomprendidas por muchos pero que es una de las grandes burlas de Kojima hacia el género del mundo abierto. Que sea un simulador de montañismo con una base profesional de repartidor es un indicativo de que Kojima toma el pelo al jugador desde el primer momento, pero hay muchos otros detalles que me gustaron de este título de 2019. Ahora Kojima celebra que diez millones de porteadores ya han disfrutado de este simulador de repartos.
Pero los títulos que son una pequeña genialidad suelen pasar desapercibidos por una buena parte de los jugadores. Por eso se dice que Sony se quejó de las menores ventas de lo esperado, con al menos tres millones de copias de Death Stranding en los almacenes sin vender en marzo de 2020. Sin embargo, los confinamientos hicieron descubrir la genialidad de este juego a muchos y en julio de 2021 ya se habían vendido cinco millones de copias. Ahora, el 8 de noviembre de 2022 ya se han vendido diez millones, y contando.
Mi opinión sobre el juego es que es uno de los mejores de la pasada década. Kojima quiso crear una película pero le salió un videojuego con grandes dosis de ironía. La jugabilidad era normal al principio, pero tras la reedición y su paso por PC en el que se mejoró la jugabilidad ha hecho que sea mejor. La historia está bien, bastante bien, aunque el problema que le veo al juego es que al principio hay mucho blablablá y poco lerele. Mucha cinemática y poca acción, lo cual hace que muchos jugadores dejen el juego antes de adentrarse en lo que representa.
Vía: EnGadget.