Un nuevo episodio del caso Snowden ha vuelto a poner sobre la mesa información sobre los desatinos de la vigilancia de la NSA. En esta ocasión referida a la utilización de una determinada cookie dejada al usar los servicios de Google, denominada PREF, en nuestros navegadores.
Esta cookie, aunque no contiene información personal, identifica de manera única a un usuario de los servicios de Google para personalizar sus preferencias y configuraciones de navegación y anuncios. Pero también le sirve a la NSA y al GCHQ (el equivalente de la NSA en Reino Unido) para mantener bajo vigilancia a sospechosos de delitos (un grupo reducido de identificadores) ya que los medios actuales no permitirían mantener en vigilancia a todos los usuarios de los servicios de Google. Esto no significa que la NSA no los tenga almacenados para trazar los sitios y lugares visitados por una cookie PREF determinada en un futuro.
Google no ha querido hacer por el momento comentarios al respecto ya que esa cookie es la que le permite vender más caros los espacios de publicidad a los anunciantes. Si una campaña tiene como objetivo mujeres de entre 35 y 45 años, esa cookie es la que les hará llegar los anuncios adecuados, mejorando el ratio de conversión de clicks de la campaña. O sea, el negocio que lleva sustentando a Google desde hace años.