Microsoft presentó ayer una nueva versión de su gama de tabletas Surface, y sin duda la más interesantes hasta el momento. Las versiones 'Pro' cuentan con el sistema operativo de sobremesas/portátiles Windows 8, por lo que son en esencia un PC con su procesador Intel de 64 bits. El hardware que nos encontraríamos en cualquier PC que compremos, vaya.
Pero la combinación de pantalla de 12 pulgadas con resolución de aspecto 3:2 (2160x1440 píxels), mucho mejor para trabajar por encima de las resolluciones 16:10 para consumir multimedia, ligera (todo lo ligero que 800 gramos puedan ser) y la llegada de una nueva Type Cover con más espacio para el trackpad han hecho que a algunos se les ilumine la bombilla y hayan creado un nuevo palabro. Bueno, realmente no es un término nuevo.
En inglés inventarse nuevas palabras es muy fácil, la verdad. Sin una institución que regule el uso del inglés, como ocurre con el español, su idioma evoluciona (y se utiliza mal) más rápidamente. Arengados por Microsoft y su intención de que el consumidor no tenga que decidir entre si comprar una tableta o un portátil, en TechCrunch ya han empezado a popularizar el palabro 'Laplet', combinación de 'Laptop' (PC portátil en inglés) y tablet.
Y así, señoras y señores, es como la prensa inglesa crea nuevas palabras para definir nuevas categorías de productos y los indios las usan mal. O como se empiezan a popularizar. Como phablet. Pero el Surface Pro 3 es el primer producto que realmente encaja en el uso del término laplet. Permite usarlo perfectamente con tableta, y también como portátil. Tiene lo mejor de ambos mundos, y parece que, de momento, pocas o ninguna pega.
Nos tendremos que ir acostumbrando al palabro laplet, aunque creo que va a tener menos aceptación en español que la de buerebol (wereable device, usad dispositivo corporal en español por favor). Terminaremos recurriendo al término tablet/a por sencillez de pronunciación.
Microsoft sabe que en el Surface Pro 3 tiene un gran producto. Lo sabemos los que hemos visto la presentación. Pero quizás todavía no lo sepan los consumidores, que son los que al fin y al cabo deben comprar los productos para que tengan éxito.
Vía: TechCrunch.