La era de los procesadores de 64 bits comenzó hace algo más de 12 años, y en todo este tiempo han estado conviviendo con los de 32 bits. Aunque son algo moderno en el sector de los teléfonos inteligentes, lo cierto es que en los sistemas operativos de sobremesa ya se les ha ido dejando de lado por parte de desarrolladores y empresas.
En la lista de distribución de Linux se está hablando ya de dejar de dar soporte a la versión de 32 bits, considerándolo como un problema a la hora de realizar pruebas. Aunque seguirá habiendo algunas distribuciones de 32 bits, las compañías importantes ya están retirando estas versiones. Google lo hizo en 2015 para Chrome OS, y Ubuntu ha puesto de fecha de finalización octubre de 2018 con el lanzamiento de la versión 18.10, y Fedora ya no considera la versión de 32 bits de su distribución Fedora 24 como importante.
El paso de 32 a 64 bits implica una mejora directa de seguridad, por características como ASLR (aleatorización del espacio de direcciones) que es más seguro en la versión de 64 bits, la firma de controladores, o el hecho más simple de que las aplicaciones de 32 bits más antiguas suelen tener más agujeros de seguridad. En un escenario ideal con un equipo funcionando solo con aplicaciones de 64 bits, también se podría prescindir de los recursos usados por el compilador de 32 bits.
El soporte a 32 bits en el kernel de Linux está más o menos asegurado porque Linus Torvalds así lo quiere. Es un asunto que nadie en su sano juicio plantearía salvo que quisiera ser devorado por el dragón Torvalds. Al menos en la próxima década. Pero en lo que son las distribuciones Linux en sí, los 32 bits tienen los días contados.
Vía: PC World.