Durante 2020 el crecimiento de cuota de mercado de AMD ha sido imparable pero finalmente en el cuarto trimestre de 2020 se habría producido un cambio de tendencia. Al menos según los datos de Mercury Research, que apunta que además fue un trimestre en el que las ventas de procesadores x86 aumentó un 21 % respecto al año anterior. Por tanto, la valoración de que AMD haya perdido cuota de mercado no es tampoco una mala noticia para la compañía porque sus ventas se dispararon en el T4 2020.
Hay algunos factores que afectan al crecimiento de AMD. El primero de ellos es que depende de TSMC y la compañía tiene toda su producción apalabrada con meses de antelación. Eso hace que AMD no tenga margen de maniobra para aumentar la producción de sus procesadores, y como mucho puede cambiar la producción de sus chips gráficos por el de sus procesadores, a expensas de lo que se está viendo: escasez de tarjetas gráficas.
Otros problemas son en realidad una consecuencia del anterior. Está el hecho de que hay escasez de procesadores de la serie Ryzen 5000 de sobremesa de AMD, y las existencias de algunos Ryzen 3000 también está sometida a estrés. Eso provoca un aumento de precios que al final a quien beneficia es a Intel, porque ahora mismo es la opción barata. Quién lo iba a decir hace dos años. Pero esta situación es el principio de una estabilización de precios del sector al tener dos rivales que compiten con procesadores de misma potencia, siempre que AMD consiga aumentar la producción de chips.
Lo preocupante es que ahora hay gente comprando procesadores de AMD porque «mi primo informático que sabe mucho de esto me ha dicho que son los mejores». Eso hace que compren un Ryzen 5 3600 a 210 euros cuando tienen el Core i5-10400F a 140 euros y para jugar no tienen diferencia, o si la hay es en favor de Intel. Hemos pasado de los que compran Intel solo por el nombre a los que compran AMD por lo mismo.
Vía: Guru3D.