EUA no quiere perder la hegemonía que ha mantenido desde el final de la segunda guerra mundial aunque sea un país en decadencia. Como todos los de Occidente, todo sea dicho. Así que cree que imponiendo sanciones al sector de los semiconductores servirá para evitar que China y Rusia le hagan frente, y es todo lo contrario. Los está fortaleciendo poco a poco. Lo que no puede hacer EUA es producir de repente millones de toneladas de metales y tierras raras, ni ahora ni en diez años, por lo que la respuesta china de vetar la venta de ciertas materias primas a EUA le va a hacer daño a todo el sector.

Es una respuesta al redoble de las sanciones a empresas chinas de los semiconductores, otras 140, que Biden ha aprobado tras el ignominioso indulto a su hijo culpable por tenencia ilícita de armas y fraude fiscal —se enfrentaba hasta a 42 años de cárcel, aunque 25 era lo más probable que le impondría el juez—. Ha sido un golpe al Partido Demócrata por apartarle de la reelección, y es un golpe que le dolerá a la izquierda estadounidense durante décadas.

Las sanciones chinas se centran en la exportación de galio, germanio, antimonio y materiales superduros, los cuales son los de una dureza superior a 40 gigapascales como el diamante, nitruro de boro cúbico, lonsdaleita, óxido de aluminio, o grafeno, entre otros. Quien dice a los EUA dice el envío a sus países satélite como Países Bajos o Japón, por lo que se espera que el veto chino a estos materiales impacte gravemente en una variedad de empresas estadounidenses o con inversión estadounidense. China revisará cada exportación de los materiales de la nueva lista negra, por lo que en caso de tener mucho negocio con EUA se prohibirá la exportación.

El problema de fondo es el que he comentado siempre: Occidente ha dejado de extraer y refinar estos materiales porque es supercontaminante para el medioambiente. China produce entre el 70 % y el 90 % de materiales como el galio, germanio y antimonio, y son críticos para la producción de semiconductores. Al menos para los procesos litográficos actuales. Así que empezar a extraer esos materiales en la cantidad que necesita Occidente llevaría de una a dos décadas, incluyendo en ello el refinado.

Normalmente no se encuentran en vetas puras, sino mezclados con otros materiales, y su separación es lo realmente supercontaminante. Así que para producirlos en Occidente habría que dar marcha atrás a dos décadas de leyes medioambientales, u Occidente tendría que ayudar a destruir el medioambiente de terceros países para satisfacer sus necesidades. Y aun así no tenemos la experiencia ni la tecnología de refinado de países como China y Rusia, que son los principales productores de metales del mundo.

El resumen de todo esto es que se prevé que los chips se encarezcan en los próximos meses, o que incluso haya desabastecimiento de algunos una vez que las empresas estadounidenses no puedan obtener proveedores alternativos. Por ejemplo, las fundiciones de Intel y de GlobalFoundries van a pasarlo muy mal, y potencialmente TSMC. Así que las soplapolladas de los políticos al final las sufrimos los ciudadanos, como ese 30 % que ha subido la comida en los últimos tres años —algunos alimentos muchísimo más como el aceite de oliva—, o el 50 % la gasolina y diésel, por las sanciones a Rusia que en la práctica nos han afectado todo a nosotros y nada a Rusia.

Vía: Ars Technica.