Aunque las consolas PlayStation 4 y Xbox One comparten la arquitectura AMD Jaguar en los procesadores de ocho núcleos que incluyen, existen diferencias motivadas por el distinto acercamiento que han tomado Sony y Microsoft para construir su consola de nueva generación y el ecosistema que les acompaña. En el caso de la Xbox One, gestiona simultáneamente tres sistemas operativos diferentes (Xbox OS, uno de Windows y un tercero que comunica ambos), y eso requiere potencia extra.
Quizás también para eliminar dudas sobre las diferencias de procesamiento gráfico entre ambas consolas, Microsoft ha anunciado un aumento de la velocidad del reloj de la CPU en torno a un 10 por ciento, hasta situar cada uno de los ocho núcleos con que cuenta en los 1.75 GHz (desde los 1.6GHz que tenía). Con esa velocidad es con la que ha empezado a fabricar masivamente Microsoft la consola.
Unido a un aumento en el rendimiento de la GPU de un 6 por ciento recientemente, esta nueva versión de Xbox One ha sido enviada a los desarrolladores para que empiecen a hacer pruebas. Esperemos que esa potencia extra haga mejorar las expectativas de rendimiento gráfico de la consola, que es un apartado en el que Sony, de momento, tiene las de ganar. Pero nada sabremos a ciencia cierta hasta el debut de ambas consolas, ya que Sony no ha dado muchos detalles sobre el procesador de la PlayStation 4.