Una de las importantes diferencias entre la Xbox Serie X y la PlayStation 5 es que la primera usa como expansión unos cartuchos propietarios y la segunda una unidad M.2 normal y corriente. Eso sí, con algunos requisitos y que han sido publicados junto con la actualización del firmware de la PlayStation 5 que activa esa ranura de expansión, aunque sea un firmware en beta. Más adelante llegará a todos los propietarios de una PS5, pero esto quiere decir que ya queda poco para usar esa M.2.
La unidad M.2 que se ponga puede ser de factor de forma 2230 hasta 22110, y con un tamaño en total que no puede superar los 110 mm × 25 mm × 11.25 mm (an. × l. × al.). Tiene que ser una unidad de 250 GB hasta de 4 TB de tipo PCIe 4.0 ×4 con una velocidad de lectura secuencial recomendada de 5500 MB/s. Esto dice poco de la calidad de una unidad PCIe, por lo que habrá que ver qué diferencia de funcionamiento hay entre una mala en lectura/escritura aleatoria y otra buena, que es donde se diferencian las PCIe y el sistema de uso directo de recursos desde la unidad.
Hay otro detalle importante a tener en cuenta y es que es mejor que la unidad disponga de una DRAM de caché porque no puede usar un truco desde NVMe 1.2 que es usar una pequeña zona de la memoria principal como caché. Por tanto, es casi imprescindible que la M.2 disponga de una DRAM para caché para asegurar que tiene el máximo rendimiento. Eso también se verá en el futuro en las pruebas que se hagan con los juegos.
Hay alguna unidad PCIe 4.0 que ya se ha confirmado que funcionará bien con la PS5 como las de la serie FireCuda 530 de Seagate.
Vía: WCCFTech.