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Windows XP fue la primera versión de Windows que realmente lo aproximaba a cómo debía de ser un sistema operativo del siglo XXI, aunque tuviera igualmente sus fallos. Pero ha sido de lo más utilizado hasta que Windows 7 se fue imponiendo y Windows 10 lo ha rematado. Llegó a las tiendas el 25 de octubre de 2001, y si bien la versión doméstica del sistema operativo, Windows XP Home, llegó al fin de su vida útil el 8 de abril de 2014, ha habido otras versiones que han estado en respiración asistida.

La faceta multiplataforma de Microsoft ejemplifica una de las transformaciones más drásticas de una compañía desde que comenzó la revolución de Silicon Valley, y también un claro caso de éxito. La Microsoft de Satya Nadella no tiene problemas en trastear con Linux, llevando su línea de comandos a Windows o usándolo en sus centros de datos, y mucho menos en hacer cosas para otro sistema operativo que es más competencia, macOS.

Microsoft lleva una buena década de aperturismo lo que está llevando a que sea más abierta de miras y opte por implementar características en sus productos que antes no habrían sido posibles. Si bien la retransmisión desde la Xbox One a Windows 10 lleva algún año que otro disponible, a la inversa no era posible. Hasta ahora, porque Microsoft ha añadido la aplicación Wireless Display a la tienda de aplicaciones de la Xbox One para poder retransmitir juegos desde Windows 10 a la Xbox One.

Cuando Microsoft anunció Windows 10, una de sus nuevas características era DirectX 12. Aseguró que esta biblioteca gráfica no saldría de este sistema operativo, ya que esperaba que en tres años estuviera en la inmensa mayoría de computadoras con Windows. Más de cuatro años después, la realidad es bastante distinta y todavía hay muchísima gente que sigue usando Windows 7 y no se han actualizado a Windows 10, ni siquiera para disfrutar del puñado de juegos que usa esta biblioteca gráfica.

Microsoft ha conseguido rebajar sustancialmente en los últimos años lo que ocupa Windows, pero aun así puede que algunos les parezca mucho. Pero lo que haya podido ahorrar Microsoft está gastándolo en algo que en realidad es necesario, aunque pueda resultar algo molesto a algunos usuarios. La compañía ha añadido en la última versión beta del sistema operativo que Windows 10 reserve 7 GB más de espacio en disco para la descarga de las actualizaciones.

Microsoft no ha tenido el ritmo de implantación de Windows 10 que esperaba, ya que su idea era tener 1000 millones de dispositivos a mediados de 2018, tres años después de ponerlo a la venta en el verano de 2015. La cifra se ha quedado en unos 700 millones a principios del pasado otoño, en parte debido a la mala salida de Microsoft del sector de los móviles Lumia.

Microsoft ha querido establecer un sistema de actualizaciones bianuales para Windows 10, en abril y octubre, para facilitar la labor de los informáticos de las empresas a la hora de programar el trabajo de las actualizaciones. Pero quizás debido a ello, y a la corriente actual de sacar las cosas medio cocinadas, la actualización de abril 2018 dio problemas, y también los ha dado la actualización de octubre 2018. Sobre todo esta última, y de diversa índole.

Microsoft tuvo al principio de internet una idea de crear un mundo creado a base de tecnologías propietarias y con premoniciones terribles como que JavaScript no tendría futuro. Afortunadamente, y gracias sobre todo a Netscape y Firefox, y posteriormente a Google y su navegador Chrome, el mundo de internet se ha podido disfrutar lejos de ese terrible navegador que era Internet Explorer. Con la llegada de Windows 10, Microsoft lo rehizo en forma de Edge, uno que no tenía mucho que ver con Internet Explorer, pero podría tener otros planes para él en una próxima versión de Windows 10.

La actualización de octubre de 2018 de Windows 10 está resultando problemática pues, para algunos usuarios llegó con un fallo que podía eliminar algunos archivos de sus discos duros, razón por la cual hubo de retirarla. Realmente lo que sucedía es que había un enlace simbólico que se eliminaba mal, por lo que los datos seguían en el disco duro, pero inaccesibles al usuario de una forma evidente.

Microsoft ya ha pifiado en la distribución de dos de las actualizaciones mayores de Windows 10 en los dos últimos años, y eso significa que algo debería cambiar dentro de la compañía y la gente que prueba que los parches estén listos para su distribución. La actualización de octubre 2018 llegó con un fallo que podía borrar a algunos usuarios algunos archivos en sus discos, y por tanto Microsoft tuvo que retirar la actualización.