El servicio de streaming de series y películas Netflix es el que ha cosechado mayor éxito. Quizás por ser prácticamente el primero en plantear una variada oferta a un precio muy bajo: 7,99 dólares. Según lo que tenían planeado, va a aumentar el precio de su servicio en EE.UU hasta los 8,99 dólares, pero sólo para los nuevos usuarios.
Los que ya fueran clientes mantendrán el precio del servicio durante dos años (de lo cual me alegro, ya que los que vivimos en España podemos acceder a Netflix a través de proxies). Lo mismo está ocurriendo en Europa, que ve aumentar en los países en que tiene presencia su precio hasta las 6,99 libras y los 8,99 euros.
Netflix cuenta con 48 millones de clientes, y eso genera un gran tráfico a las operadoras por las noches, que es el momento en el que los usuarios más ven películas y series. Esto ha hecho que algunas (todas) establezcan limitaciones a la velocidad de reproducción del streaming, lo que ha llevado recientemente a que Netflix tenga que pagar a los proveedores de servicios de Internet (ISPs) para que mejoren la calidad de servicio a sus clientes.
Un tarifazo o asalto bandolero, y un atentado a la neutralidad de red. Pero es lo que ocurre cuando los gobiernos están más interesados en contentar a las grandes empresas de telefonía y no tanto en beneficiar a los ciudadanos. Puesto que ahora Netflix tiene que pagar por mejorar su servicio a los clientes (y no poco), los clientes son los que van a sufrir el sobrecoste.