Una de las series que más expectación causó el verano pasado fue la de Agentes de SHIELD. La idea de tener en televisión una serie que tuviera relación directa con el universo cinematográfico Marvel suscitaba interés en ver qué tipo de historias y qué relación tendría la serie con las películas, así como ver si iban apareciendo otros personajes de la Casa de las Ideas en la pantalla pequeña.
La recepción del piloto fue muy buena cuando se proyectó en la Comic Con de San Diego del año pasado, con lo que el interés se incrementó aún más. Sin embargo, cuando dio comienzo el pasado septiembre la serie regular en la ABC, la serie amenazaba con no ser renovada por una segunda temporada.
Clark Gregg, el Agente Coulson de las películas Marvel, regresaba de entre los muertos para ponerse al mando de un grupo de Agentes de SHIELD, formado por dos agentes de campo (los agentes May y Ward), dos científicos (Fitz y Simmons), y una outsider: Skye, una hacker de un grupo de hacktivistas llamado Marea Creciente a la que Coulson recluta en el primer capítulo. Para muchos, este fue el primer fallo, no tirar de agentes de SHIELD con nombres y apellidos, como Clay Quatermain, para la serie.
Los nuevos agentes en principio no destacaban, y la mayor parte de los episodios no parecían ir a ninguna parte, con tramas muy dispares, poco relacionadas entre sí, casi sin ningún sentido y sin cameos de personajes de serie B o incluso Z de la editorial. Los personajes no generaban interés, ni conseguían hacer empatizar al espectador con ellos. Así pues, la primera mitad de la serie pasó sin más pena ni gloria.
Dentro de la primera tanda de episodios hay algunos que sí merecen la pena, como el tercero, con la aparición del Dr. Franklin Hall (este sí es un personaje Marvel reconocible para el Auténtico Creyente), y el décimo tercero, un episodio muy interesante que transcurre en un tren en Italia, y que va a marcar el comienzo del punto de inflexión de la serie, especialmente cuando empiezan a soltarse pistas sobre lo que pasó realmente con Coulson. En este bloque hay un cruce con Thor: El Mundo Oscuro, nada reseñable, pero que cuenta con un siempre agradable Peter MacNicol como actor invitado y que ayuda al equipo en sus investigaciones en ¡Sevilla!
La segunda tanda de episodios ya es más interesantes: la aparición de Deathlok, la inclusión de Bill Paxton como secundario de lujo como John Garrett (otro personaje muy menor de Marvel), la aparición de Loreley y de Lady Sif en otro episodio y, sobre todo, el cruce de esta serie con las películas. Y es aquí cuando la serie despega. A partir de los episodios que actúan de cross-over con Capitán América: El Soldado de Invierno, la serie brilla y gana interés, pues las consecuencias de la película se tratan directamente en la serie.
Además todos los episodios con tramas inconexas cobran de repente sentido, quedando explicada su razón de ser. Los personajes cobran sentido y, las relaciones que se han establecido entre ellos y lo que siente cada uno de ellos ante las acciones de otros se comprenden bien, y causan simpatía. En este punto ya los espectadores llegan a preocuparse por los personajes. A nivel argumental, cada episodio se va apuntalando más y más sobre los anteriores, hasta concluir en un final que, aunque quizá tendría que haber sido más espectacular y no tan precipitado, cumple su cometido de cerrar una etapa, dejar atadas tramas de la temporada y preparar nuevas tramas a tratar en la segunda temporada.
¿Merece la pena la serie? Sí, si te gustan las películas Marvel. Esta serie es claramente el puente de unión entre ellas para explicar cosas al espectador sin que se tenga que dedicar tiempo a ello en la gran pantalla. En mi caso, ya estoy esperando la segunda temporada.
Puntuación
8.0
sobre 10