Disney tiene en su poder dos de las mayores sagas jamás creadas. Una de ellas son los superhéroes Marvel, que en el cine le ha estado dando unos resultados fabulosos. Aunque hay películas muy buenas —Los Vengadores— y peores —Thor—, en general mantiene el tipo en todas ellas, con guiones entretenidos, sin demasiados fallos o cosas extrañas, y con buenas interpretaciones y mejores efectos especiales. Sin embargo, la saga de Star Wars está dejando un sabor agridulce a sus fanes, y el episodio VIII, Los últimos jedis, será una profunda decepción.
Diré que como película de entretenimiento, los que quieran pasar el rato seguramente lo pasen bien el cine. Los que sean un poco aficionados a la saga, y léase por ello que han visto las anteriores y poco más, lo probable es que les resulte una película normal. Pero los que sean fanáticos de la saga y tengan un mínimo de bagaje cinematográfico, les va a resultar una película terrible.
Ausencia de guion
Disney está siguiendo con Star Wars un rumbo muy dispar. Los cómics publicados por Marvel de la saga, ambientados entre el episodio IV y el episodio V, son un buen hacer por parte de los guionistas, y resultan muy entretenidos. Las series de dibujos animados nuevas no están del todo mal, y recupera algún personaje del antiguo Universo Expandido, como el almirante Thrawn que aporta grandes momentos a la serie.
Sin embargo, el episodio VII fue un producto que remezcla otras entregas de la saga, y dejado llevar por la vuelta al cine de la franquicia, en su momento la puntué decentemente. La película derivada, Rogue One, resulta entretenida incluso con sus fallos de guion que tiene —y a montones—. Pero el episodio VIII es un subproducto de la factoría Disney que solo gustará a los más fánaticos de los fanáticos de Star Wars, y a los que se acercan de manera esporádica a la franquicia.
El guion de Los últimos jedis se centra, literalmente, en ir mezclando situaciones, una detrás de otra, para ver si el resultado termina encajando algo. El problema es que el hilo principal es la huida de un planeta de una pequeña flota rebelde restante —¿pero no había quedado aniquilada la Primera Orden al final del episodio VII?—, en un momento en que la República ha quedado nuevamente destruida.
Tras escapar del planeta ante un bloqueo de mierda por parte de la Primera Orden —que eso no es un bloqueo ni es nada—, y una situación absurda en la que ni siquiera llegan y despliegan los cazas TIE por si acaso, huyen al hiperespacio y resulta que la Primera Orden les sigue porque la nave del malo maloso de la peli, Snoke, tiene un artilugio que les permite seguir a cualquiera a través del hiperespacio. «Bueno, una excusa dramática», pienso al verlo. Pero lo que viene a continuación es peor.
La flota rebelde se da cuenta de que les están siguiendo a través del hiperespacio utilizando algún tipo de artilugio —en la presentación de Poe Dameron queda perfectamente plasmado ese artilugio desconocido, aunque no sepan qué es y cómo es—, y por tanto prefieren no dar un nuevo salto al hiperespacio porque se quedarían sin combustible. Optan por huir a velocidad sublumínica de la Primera Orden, y ahí empieza una persecución sacada de Benny Hill. Incluso hacen un comentario de «nuestras naves son más pesadas que las suyas», como si en el espacio profundo hubiera una gran fuerza de rozamiento —algo hay, aunque sea de las partículas y fotones, pero no tanta— que evitara que la nave insignia se mueva a gran velocidad.
Así pues, la Rebelión se devana los sesos pensando en cómo desactivar el artilugio de seguimiento a través del hiperespacio, que, tras hablar con Maz Kanata, les indicará que busquen a un experto en seguridad en el planeta más rico de las galaxias. Salir de la flota rebelde, perseguida, con una pequeña nave no levanta sospechas de la Primera Orden, y tampoco que salte al hiperespacio para llegar casi al instante a su destino. Y las cosas se empiezan a enredar en una serie de situaciones un poco absurdas con el fin de volver a la nave con la persona que les ayude a asaltar el buque insignia de la Primera Orden.
El guion en general es inconexo y con falta de una lógica mayor para los acontecimientos, cogiendo trozos de películas anteriores —incluido el Halcón Milenario nuevamente navegando en las entrañas de la Estrella de la Muerte, aunque sea una formación rocosa—, incluso el desenlace final en la base rebelde del planeta Crait —voy a llamarlo Hoth v2.0—. Sí, escapando a velocidad sublumínica terminan llegando a una base rebelde sin que la Primera Orden les dé caza. Por aquello de la persecución a lo Benny Hill, que queda cómica y bastante estúpida.
Los personajes
El guion se desarrolla en el espacio de unas pocas horas —¿veinte?—, y en paralelo con el final del episodio VII, porque no pasa ni un día desde aquello. Rey se encuentra con Luke, pero es muy rápida a la hora de convencerle —más o menos— para que vuelva a salvar a la galaxia. En su tiempo en la isla con Luke —bastante menos de un día—, le da tiempo a que la entrenen un poco, a que Luke note lo poderosa que es, y a que Rey se conviertan en una poderosa jedi.
Sin entrenamiento ni nada sabe manejar habilidosamente un sable de luz —según lo visto en el episodio VII—, como si fuera una maestra jedi, levantar toneladas de piedras sin sudar, y hacer frente a la Guardia Roja de Snoke, los cuales son gente que han pasado décadas entrenándose. Rey representa el empoderamiento de la mujer que reivindica cierta parte de Hollywood, que queda muy bien para las feministas, pero que destrozan la saga en el proceso por lo incoherente que resulta. Finn también es salvado por una mujer, que da casi su vida por salvarlo, con comentario incluido sacado de una galleta de la fortuna. Hablando de Hollywood, la escena final de la película, que no viene a cuento de nada, termina dando la puntilla al episodio VIII, porque es una crítica a Trump —además de que el chico que aparece es, nuevamente, un Anakin más—. No me gusta ir a ver películas con reivindicaciones políticas de manera velada.
Poe Dameron es un personaje que arroja situaciones absurdas. A pesar de desobedecer órdenes continuamente, hace lo que le da la gana, y la general Leia solo le degrada a capitán. Dameron incluso se amotina y toma el mando de la nave principal rebelde. En mi tierra, amotinarse es motivo para pasar por la quilla. Pero no, Dameron puede hacer lo que le venga en gana, como demuestra desde la escena introductoria, y que no le va a pasar nada de nada por ello. En el resto de la película resulta un personaje idiota a ratos, y es una pena porque Oscar Isaac es muy buen actor.
Cuando ves aparecer en escena a Benicio del Toro, en el papel del experto en seguridad que casualmente se encuentran en el planeta al que prácticamente se teleportan por el hiperespacio, piensas «vaya, la película ha ganado puntos». Hasta que te das cuenta de que ha hecho la película por el camión de dinero que le han aparcado en su puerta, y que el personaje que interpreta es para olvidar.
Carrie Fisher y Mark Hamill han repetido en sus papeles por dinero. La primera desgraciadamente falleció y no podrá disfrutarlo, siendo bastante buena actriz pero que no consiguió nunca un gran papel con el que demostrarlo. Mark Hamill no quiso convertirse en una gran estrella por falta de motivación para el mundo de la actuación —más allá de ser actor de doblaje y hacer alguna obra de teatro—. No tienen casi nada que interpretar en esta película, teniendo ambos poco tiempo en pantalla —sobre todo Leia— debido a los varios hilos que se entremezclan.
De los malos es mejor no hablar. La capitán Phasma hace su irrupción en las escenas finales para intentar oponerse a John Boyega (Finn) en un combate que va bastante rápido, pero que no pasa del bleh. El general Hux está muy lejos del estereotipo de oficial del Imperio que al menos saber cómo hacer bien su trabajo, y en pantalla no deja de ser un chiste. Hace de patán desde la misma escena introductoria, al que le engañan fácilmente, y que en realidad no me explico cómo ha llegado hasta su cargo.
Kylo Ren gana puntos con su voz original ya que es voz de actor de teatro —y Adam Driver es bastante buen actor, como ha demostrado en Logan Lucky—, pero en el doblaje pierde todo su poder de intimidación porque cogen al mismo que le pone voz en Girls. Eso no beneficia en nada al personaje, que termina teniendo el temperamento de un niño de cinco años, y las secuencias cruzadas con Rey ponen nuevamente de relieve la mala sincronización de eventos en la película. Pero escena tras escena demuestra que está muy lejos de ser un nuevo darth Vader, a pesar de lo que insiste Disney con ello.
Una película de digestión pesada
La sincronización de los hechos es el peor aspecto de la película. Los viajes de aquí para allá por la galaxia casi instantáneos hacen que el hilo principal de la película se rompa por sí solo. La persecución a lo Benny Hill se podría terminar con la Primera Orden pidiendo refuerzos y que aparecieran en el vector de huida de los rebeldes, pero a nadie se le ocurre. Algo que cualquier ejército o fuerza policial haría para detener a un fugado. Basándome en el hiperespacio instantáneo que queda de manifiesto que existe en la película, podrían llegar decenas de destructores estelares a detenerles la huida sin mayor problema. Pero no, porque de otra forma no habría trama absurda.
Últimamente las sagas que pasan por las manos de J. J. Abrams me dejan con cara de tonto. Como absoluto fan de Star Trek, la serie Discovery es todo lo contrario a lo que es Star Trek, y más bien es un subproducto de Star Wars con vulcanianos y tecnología avanzada, pero que se pasa por el forro de los cojones los cimientos de Star Trek y que la convierten en todo lo opuesto, o dicho de otra forma, la convierte en Star Wars. Abrams, en estas dos películas de Star Wars, ha conseguido el mismo efecto: cargarse una franquicia.
Si tras el episodio VII podías dejarle algún margen de maniobra a Abrams —y el buen sabor de boca de Rogue One: Una historia de Star Wars, que afortunadamente no era suya— con la esperanza de cerrar cabos sueltos en el episodio VIII, falla estrepitosamente en hacerlo. No cierra casi ninguna trama, y deja en el aire muchas más preguntas. ¿No estaba la Primera Orden acabada? ¿Por qué ahora resulta que han conseguido destruir a la República? ¿Cómo demonios consiguen destruir a la República en el espacio de unas, quizás, horas desde la destrucción del Destructor de Estrellas? ¿Por qué...?
La secuencia de eventos es desde todos los puntos de vista absurda. No ayuda que hayan metido una escena tras otra con tonterías, risas fáciles —para quien se deje llevar por ellas—, y un zoo de Disney, con escenas de batallas incongruentes. Al menos, y afortunadamente, la película va rápida y ágil, y en general no se hace demasiado pesada, aunque la mayor parte de ella me quedara diciéndome «a ver cómo la cagan más a continuación». Ese mero pensamiento es lo que me ha permitido tragarme entera la película, y no que realmente me interese su historia o los personajes.
Tampoco puedo dejarme de lado la forma de destruir el buque insignia de la Primera Orden: saltando la nave insignia de la Rebelión al hiperespacio. ¿A nadie se le ocurrió hacerlo antes de perder tantas naves? En la escena inicial, con lanzar un bombardero a velocidad hiperespacial contra el megadestructor habría valido. Además, no sé para qué hay robots para realizar la astronavegación si luego resulta que no pueden pilotar una nave y solo una persona lo puede hacer —pero BB-8 sí maneja como un piloto experto un AT-ST—. La película habría terminado con enviar un ala X —o varios— a saltar al hiperespacio contra el acorazado con robots de tripulantes. Listo, y la película la cierras en diez minutos. La escena de Yoda tampoco se puede dejar a un lado, ya que ahora los espíritus de la Fuerza también pueden interactuar con el mundo físico. Por no hablar de cómo Rey termina en el Halcón Milenario tras su enfrentamiento con Kylo Ren, que no queda explicado —por no mencionar otros agujeros negros del guion—.
En definitiva, unos diálogos simplones, un argumento cogido con pinzas y sin guion, se sacan cosas de la manga que van contra el trasfondo de la ambientación, con una infinidad de fallos, y unos personajes vacuos. Me habría encantado que algún personaje hubiera sido desarrollado en la película, pero es que no consiguen darle una personalidad definida a ninguno, y en ocasiones lo que hacen o dicen va en contra de lo expresado en el episodio VII. No resulta una película muy apetecible de ver, y hace buena a La amenaza fantasma.
La nota: ausencia de nota
Ante el tremendo despropósito que es esta película, en esta ocasión tengo que optar por no ponerle nota. No niego que al espectador casual que no vea mucho cine y tenga poco contacto con la franquicia le pueda gustar, e incluso algún fan acérrimo de Star Wars intentará defenderla, pero es que soy incapaz de siquiera calificarla. Podría darle un 1, 2 o un 3 sobre 10, pero es que el tremendo despropósito que es esta película no se salva ni ocultándolo bajo una gruesa capa de pintura —léase efectos especiales—. Tengo que dejar en esta ocasión desierta la puntuación.