La gama alta de los teléfonos, al igual que la gama alta de cualquier otro sector, necesita aportar un cuidado diseño que llame la atención de los compradores. Hoy en día hay teléfonos buenos, fluidos y baratos, pero que siguen cojeando en el apartado estético. Y es ese apartado estético en el que Samsung tenía que diferenciarse con el Galaxy S6, y para mi gusto lo ha conseguido con éxito.
Pero es en ese momento en el que se hace evidente que si se quiere un teléfono bonito, agradable, y con tecnología punta, hay que sacrificar algunos apartados. El Galaxy S6 ya ha prescindido directamente de la resistencia a agua y polvo, pero en el desmontaje de un Galaxy S6 también se hace evidente otro: que tendrás que pasar por caja si se estropea algo del terminal.
La batería no es extraíble y es de difícil acceso. De hecho, a la tapa trasera de cristal hay que aplicarle calor durante unos minutos para reblandecer el pegamento con el que se mantiene en su sitio para poder acceder al resto de componentes. Esto ya dificultará su posterior montaje y que no queden huecos mayores con respecto al marco de aluminio.
Una vez hecho lo peor, el resto de componentes se mantienen en su sitio con una buena cantidad de tornillos, y varios de los componentes tienen una capa de material aislante. No hay muchas ventajas en este montaje del Galaxy S6, que viendo su diseño interno (muy bueno desde el punto de vista ingenieril), se entiende bien por qué no incluye lector de tarjetas microSD. Como veréis en las imágenes, la mayor parte del espacio interno está ocupado por la batería.
Fuente: My Fix Guide.