Samsung comenzó a perder mucho fuelle hace dos años tras intentar, por activa y pasiva, competir contra Apple y los iPhone. La realidad era que sus verdaderos rivales eran los fabricantes de Android, no Apple, que le han arrebatado su posición de mayor fabricante de teléfonos inteligentes del mundo.
Eso desembocó en trimestre tras trimestre de disminución interanual de ingresos, y aunque la situación en la compañía nunca ha sido crítica (está muy diversificada), sí lo ha sido en Samsung Electronics, la filial que desarrolla los teléfonos. Un cambio a teléfonos de diseño en aluminio y cristal, un precio más ajustado en los de gama media, y en general productos más competitivos le ha vuelto a situar en el punto de mira.
Por eso Samsung ha anunciado que espera cerrar las cuentas del tercer trimestre del año con unos beneficios de 6.300 millones de dólares, lo que supone un aumento interanual del 79,8 %. Los ingresos serán de alrededor de los 43.900 M$, frente a los 36.000 M$ ingresados en el mismo periodo de 2014.
Los responsables de este crecimiento serían sus fábricas de chips que están funcionando con una mayor productividad, lo que permite usarlos más en sus propios teléfonos en lugar de los de Qualcomm que le sale más caros.
En el frente de las ventas de teléfonos inteligentes, la compañía está todavía librando una batalla con los fabricantes chinos, de la cual se está recuperando poco a poco. Las ventas de paneles para pantallas de teléfonos a fabricantes chinos también aumentaron considerablemente durante el pasado trimestre.
Vía: TechCrunch.