Desde la llegada de los procesadores Skylake en 2015, las compañías de placas base han diversificado mucho más sus gamas para intentar abarcar un público más concreto con cada una. Aunque las estaciones de trabajo suele girar más en torno a los procesadores Xeon o los de entusiata para chipset X99, la potencia de un Core i7-7700K es innegable para trabajo pesado.
La placa Z270-WS en formato ATX está orientado a esos equipos, y llega con una gran cantidad de conectores. Por eso lo primero que llama la atención es que necesita de dos EPS de alimentación más un PCIe de 6 pines para funcionar.
A cambio se obtienen dos ranuras M.2 2280 para SSD de tipo PCIe 3.0 x4, dos U.2, seis SATA3, cabezales de USB 3.1 frontal y Thunderbolt 3 en placa, un regulador de voltaje de doce etapas para exprimir al máximo los procesadores con opción de overclocking automático, un sistema de audio con chip Realtek ALC S1220A de ocho canales, y compatibilidad con los SSD de tipo Optane de Intel.
Los conectores traseros también son variados, con cuatro USB 3.0, cuatro USB 2.0, dos USB 3.1 Gen. 2 —tipo A y tipo C—, un audio óptico, dos Ethernet, salida de HDMI y DisplayPort. La placa incluye cuatro ranuras PCIe 3.0 x16 para tarjetas gráficas, pudiéndose montar un tetra-SLI o tetra-CrossFire.