Hay algunas cosas a tener en cuenta al comprar un procesador en lo referente a sus frecuencias porque afecta a su rendimiento y a lo que se la garantía. Por ejemplo, la única frecuencia garantizada en un procesador de AMD o Intel es la frecuencia base, y no hay ninguna obligación legal de que el procesador alcance la frecuencia turbo anunciada. Otra tiene que ver con el hecho de que si se quiere exprimir los procesadores subiendo su frecuencia fuera de los márgenes habituales entonces se estará fuera de lo que cubre la garantía.
Podríais preguntaros que por qué entonces Intel anuncia la serie K de sus procesadores para sobrefrecuencia si no lo cubre la garantía: misterios de la vida. Al menos AMD en este terreno es más clara porque cualquiera de sus procesadores permite al menos desde un ligero aumento de frecuencias hasta uno grande, e independientemente del chipset.
El coste de este plan de protección de optimización del rendimiento (PTPP) era de entre 20 y 30 dólares y cubría los daños producidos en el procesador si por algún motivo el overclocking salía mal. Que, dicho sea de paso, no es para nada habitual. Sí es cierto que al final el sacar de su punto de trabajo a los componentes del procesador con el aumento de la corriente hace que su vida útil baje, y es más probable que se dañen con el paso del tiempo que el hecho de que una subida salga mal.
La explicación de Intel es que el PTPP ha dejado de ser solicitado y por tanto no ve necesario mantenerlo vivo. Los procesos de fabricación actuales son mejores para la subida de frecuencias que el usado en 2012 para los Sandy Bridge cuando debutó este plan. Ha dejado de ofrecerlo de manera efectiva desde el 1 de marzo de 2021, aunque hay algunos procesadores que siguen cubiertos por esta extensión de garantía como el Xeon W-3175X de 3000 dólares porque la llevan incluida en su precio.
Vía: Tom's Hardware.