AMD anunció la semana pasada el chipset A620 y los fabricantes han sido bastantes comedidos a la hora de poner placas base con este chipset en el mercado. Solo han anunciado como una docena en total hasta el momento, y quizás no lo vean como las más interesantes para los Ryzen 7000 por un motivo: no todas van a sacar el máximo provecho de los modelos de más de 65 W. O sea, los modelos con una X al final de su nombre.

Por defecto las placas base con chipset A620 van a llegar limitadas a una potencia de diseño térmico (TDP) de 65 W, lo cual es un consumo máximo de 88 W. Es de imaginar que el BIOS detecte al resto de procesadores de mayor TDP —según AMD, «si la versión de AGESA es compatible con ellos»—, pero inevitablemente los limitará a los 65 W, que viene a ser activar por defecto el modo 'eco' que se puede activar para ellos en el Ryzen Master. A la postre, este modo casi no reduce el rendimiento, al menos cuando lo he probado con un Ryzen 7600X, pero a cambio se desploma el consumo.

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Para saber si un modelo concreto de placa base es compatible con el resto de modelos de 105 W, 120 W y 170 W, habrá que mirar la web del fabricante, poniendo las cosas más complicadas a la hora de comprar la placa base y que llevará a sorpresas desagradables a los compradores.

Además, este chipset no permite modificar la frecuencia de la CPU, aunque esto tampoco era posible en las A320 y A520 así que no es nada nuevo. Es un chipset bastante normalito, que da acceso a ocho canales PCIe adicionales, además de ofrece seis USB 2.0, dos USB 3.1 y dos USB 3.0. Esos ocho canales son configurables, por lo que es de donde salen las conexiones Ethernet, SATA, wifi y ranuras M.2 adicionales, teniendo en cuenta que de la propia CPU salen ocho para almacenamiento M.2. Diría que lo máximo en el terreno de las M.2 en estas placas base son dos PCIe 4.0 ×4 y una PCIe 3.0 ×2. Suficiente para la orientación que tienen.