Las empresas tecnológicas llevan unos años con el postureo medioambiental de alcanzar las cero emisiones de CO2 para 2030, por aquello de cumplir con la Agenda 2030 de la ONU, pero a la hora de hacer dinero han preferido dejarlo aparcado. Después de estar dando la matraca mañana, tarde y noche con ello, prefieren no cumplirlo a perder dinero por la fiebre de la inteligencia artificial. Así que Google ha indicado que lejos de reducir sus emisiones de CO2 las ha aumentado un 48 % en los últimos cinco años.
Solo con la construcción de nuevos centros de datos durante el año pasado, principalmente para entrenar y ejecutar a Gemini, ha aumentado sus emisiones un 13 %. Google se escuda en que era impredecible lo de la IA, y que las cosas van a empeorar antes de mejorar, dejando años de supuesto compromiso medioambiental en papel mojado. Que el postureo medioambiental no se interponga a la hora de hacer dinero. La careta se cayó.
La cadena de suministros de Google también aumentó un 8 % sus emisiones de CO2, la cual representa el 75 % de sus emisiones totales, y espera que sigan aumentando en el corto plazo debido a la infraestructura necesaria para ejecutar las IA. El objetivo de usar solo energías renovables para 2030 está más lejos.
El problema es que cada vez se están abriendo más y más centros de datos, con aceleradoras que consumen cada vez más y más energía. En países como Alemania, por nefastas decisiones geopolíticas y medioambientales, esa energía sale de quemar carbón como cabrteutones, por lo que este auge de la IA está siendo nefasto de cara a las emisiones de CO2.
Microsoft, que dijo en mayo que sus emisiones habían aumentado un 33 % desde 2020, se escuda en que las inteligencias artificiales generativas ayudarán a encontrar formas de reducir el consumo de energía y a alcanzar las emisiones cero. Palabrita de Bill Gates, si es que vale de algo la palabra de este sociópata. Mientras, que el medioambiente no se interponga a la hora de hacer beneficios.
Vía: Ars Technica.