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Por si alguien no se acordaba, Alien empezó como una película de terror y ciencia ficción. Luego llegó James Cameron, luego a Ridley Scott se le fue un poco la olla, y ya sabemos como terminó aquello. Y no quisiera ser yo cenizo, pero de primeras parece, y solo parece, que la saga Alien va a volver a sus orígenes con su séptima entrega.

Reconozco que esta me ha pillado de sorpresa. No tenía ni idea de que una cuarta entrega de este reinicio de El planeta de los simios estaba en preparación, pero es que aún no habían llegado a la fase en la que los simios usan coches voladores y tienen una sociedad perfecta, sin delitos ni sufrimiento, y hasta que lleguemos a este punto, da para muchas películas. Así que, leña al mono que es de goma.

El 16 de diciembre va a ser un día movidito para James Cameron. El legendario director de cine estrena la continuación de su gran obra, Avatar, con la que logró alzarse con el título de la película más taquillera de la historia; título que se robó a sí mismo (Titanic), y que fue ligeramente amenazado por Vengadores: Endgame, y que ahora quiere volver a repetir con Avatar: El sentido del agua, por la cuenta que le trae.

Comienza la recta final para que el 16 de diciembre llegue a los cines, tras una espera de 13 años, la secuela de la película más taquillera de la historia (lo siento Vengadores: Endgame). Avatar: El sentido del agua es el primer paso de un plan de películas meticulosamente planeado por James Cameron para contar la historia de los Na'vi en su lucha contra el invasor humano en su hábitat. Toda una oda a la ecología.

Recuerdo el estreno de Avatar. Era la época donde el 3D parecía el futuro del cine y la publicidad de la película, y la curiosidad por este efecto en películas de gran presupuesto, hizo hasta que mis padres (nada cinéfilos) acudieran a las salas con sus gafas de 3D. Al final la película no dejaba de ser un trasunto de Pocahontas futurista en el espacio, pero la maquinaria de crear expectativas funcionó tan bien, que se convirtió en la película más taquillera de la historia. Y por supuesto esto no iba a acabar aquí.

Cuando Disney compró Fox, el cielo se abrió para los frikis: los derechos de los Cuatro Fantásticos y la Patrulla-X volvían a Marvel. Bueno, a Disney. Hasta aquí todo era alegría y cielos azules. Pero quedaba la duda de que en este paquete de derechos también se incluían los de Masacre («Deadpool» en inglés) y conociendo el historial familiar de la compañía los que habíamos disfrutado de las películas del mercenario bocazas teníamos serias dudas acerca de sus futuras películas, en el caso de que las hubiera.

Cuando he visto el siguiente tráiler he tenido la sensación de que esta película ya la he visto. Bueno, no era de imagen real sino de animación, y ponía LEGO en el título en lugar de mencionar a un tío cualquiera. Pero en esencia tanto Free Guy como La LEGO-película siguen una línea argumental parecida. Un PNJ (personaje no jugador) se levanta cada día feliz de la vida («¡todo es fabuloso!») creyendo que es real e intenta granjearse el amor de una mujer a la que acecha por toda la ciudad en la que vive —en estos tiempos que corren no sé si es la mejor temática de entrada—.

Disney se ha gastado 80 000 millones de dólares en la compra del imperio de Fox, pero ciertamente necesita darle un nuevo giro a la compañía en el futuro cercano porque no está siendo una adquisición especialmente lucrativa. Sobre todo porque la Fox ha reportado 170 millones de dólares de pérdida a Disney en el último trimestre, y por eso el director ejecutivo de la compañía, Bob Iger, ha decidido tomar cartas en el asunto.

Disney se las prometía muy felices con Avengers: Endgame y estaba convencida de que arrebataría a Avatar el título de película más taquillera de la historia. Sin embargo, tras un sensacional estreno y un buen desempeño en la taquilla en las semanas siguientes, la evolución se estancó más rápido de lo esperado. Quizás porque la película de Avatar aportó bastante innovación en cuanto a efectos en la época en la que se estrenó y mucha gente la fue a ver varias veces.

Disney está en proceso convertirse en la mayor destructora de franquicias en la mayor productora de entretenimiento audiovisual del mundo con la compra de Fox por 71 300 millones de dólares, pero si bien ha conseguido el visto bueno de las agencias gubernamentales que velan por la competencia le han impuesto algunas condiciones.