El juez Aslup termina dictaminando que las APIs de Java no pueden ser objeto de copyright y por tanto Oracle al perder esta última fase del proceso abierto contra la máquina virtual de Android, se queda sin poder reclamar daños a Google.
Esta sentencia es especialmente importante por sacar las APis de la batallas legales, ya que según la el juez "duplicar este tipo de estructuras es esencial para la interoperatibidad". Por tanto si las APIs de un software se pudiesen proteger con copyright, harían que cualquier programa que se comunique con dicho software pudiese ser perseguido por violación de los derechos. Lo que terminaría siendo una autentica pesadilla para cualquiera que se dedique a la programación, ya que hacer un simple plug-in podría ser perseguido por la ley. Se podrían haber cargado los cimientos de una industria por una simple riña entre dos empresas.
De todo este proceso judicial, Oracle solo ha podido demostrar la semejanza de 9 líneas de código. Nueve líneas entre dos máquinas virtuales que pretenden hacer las mismas funciones es una auténtica nimiedad, sobre todo si tenemos en cuenta que los lenguajes de programación están basados en las mismas estructuras del lenguaje que usamos los humanos (en este caso el inglés). Lo cual deja bastante claro lo absurdo del proceso en su totalidad, ya que es lógico que si vas a describir dos cosas iguales lo hagas de manera parecida o igual.
Y esta es la tónica habitual de las patentes: la búsqueda del beneficio a través del éxito ajeno. Meras muestras de poder entre empresas que se dedican a comprar otras compañías únicamente por sus patentes y así utilizarlas como arma arrojadiza contra la competencia o para defenderse. Se ha perdido un poco el sentido de proteger la propiedad intelectual para que no te copien, a buscar los mecanismos para que hagan lo que hagan los demás pasen por caja.