Una de las ventajas de los SSD que llegan en formato M.2 con interfaz PCIe es que utilizan un protocolo de acceso al medio llamado NVMe, también usado en algunos teléfonos y sistemas empotrados, que significa memoria no volátil exprés. Es un protocolo que reduce el sobrecoste de la transferencia de datos, minimizando la latencia de transferencia y maximizando el paralelismo en la lectura y escritura de estas unidades.
La versión 1.2 data de noviembre de 2014, y la nueva versión presentada es la NVMe 1.3, que llega con diversas novedades de cara a los fabricantes de SSD. Una de las más interesantes está relacionada con la virtualización, ya que establece cómo se tiene que implementar la compatibilidad con la virtualización en los SSD, pudiendo repartir un fondo de recursos —colas, interrupciones, etc.— entre distintas máquinas virtuales sin que tenga que intervenir el hipervisor que controla las MV.
Otras características que se añaden proceden de otros sistemas de almacenamiento, como la realización de autoevaluaciones de estado de las unidades ATA, en modo corto o extendido. Hay mejoras en la gestión de energía —como por ejemplo no permitir superar el consumo en reposo para tareas de recolección de basura—, y también en la gestión de temperaturas ya que podrá ser controlada por los equipos en lugar de funcionar bajo un modelo genérico para evitar la limitación térmica del rendimiento.
De manera opcional se podrá hacer que estos discos sean autoarrancables sin necesidad de intervención del equipo, una característica de saneamiento de la información que asegura que se borra de la unidad y de todas las cachés y búferes de la unidad, gestión óptima del tamaño de los bloques de datos que se guardan en disco, entre otros.
Se puede acceder a la especificación en la web de NVMe.
Vía: AnandTech.