Trump fue el encargado de designar a Ajit Pai como presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), una parte del Gobierno estadounidense encargada de dictaminar reglas de telecomunicaciones de todos los ámbitos, desde radio hasta internet. Estados Unidos ha tenido históricamente un tira y afloja por lo que se denominó hace no demasiados años como neutralidad de red, que viene a ser no discriminar el tipo de contenido enviado a un usuario desde la red de su operadora.
Hasta 2010, una operadora podía bloquear y limitar la velocidad de contenidos específicos, como por ejemplo los vídeos de YouTube. Por un problema legal, la primera regulación de la neutralidad de Obama fue enterrada en los juzgados, aunque el mismo juez del caso apuntó al FCC a que la presentara bajo el Título II de la Ley de Comunicaciones de 1934, que indica que las operadoras no pueden «hacer una discriminación injusta o poco razonable en las tarifas, sus prácticas, clasificaciones, regulaciones, instalaciones o servicios». Con este cambio, en 2015 la neutralidad de red volvió a estar asegurada en los EE. UU.
Pero Pai-Trump se han cargado la neutralidad de red nuevamente, abriendo la puerta a las operadoras a que discriminen el contenido transmitido a los hogares de sus clientes. De momento varias han dicho que no van a abusar de esta libertad legal que se les ha concedido, pero puede llevar a limitaciones encubiertas en servicios bajo demanda como el de Netflix o Spotify, y a la postre a imponer pagos adicionales sobre la cuota de conexión a internet que tengan para evitar dichas limitaciones.
Puesto que antes de 2010 no existía la neutralidad de red, EE. UU. no se va a hundir con esta medida de Pai. Simplemente retroceden casi ocho años en el tiempo, como si la neutralidad de red nunca hubiera existido. Hay gente que se ha puesto apocalíptica en el país con este tema, pero en realidad no es tan problemático. En Europa, el voto a favor en 2015 de proponer la neutralidad de red ha llevado a, por ejemplo, la eliminación de los costes de itinerancia al usar internet fuera del país al que está vinculada una línea de telefonía móvil.
Aunque, eso sí, no hay una regulación en Europa que imponga la neutralidad de red, y de momento a Movistar no le ha dado en estos años de hacer nada de lo que temen los apocalistas estadounidenses. Quizás porque es un tema por el que están luchando duramente los pro libertades civiles —y que Trump está en el poder—, con los demócratas magnificando el asunto.
De momento lo que se espera es una demanda (o unas cuantas) al FCC por tomar esta decisión ya que se autoconfiere la autoridad de evitar que los Estados establezcan medidas propias de neutralidad de red. Pero sí podría ser problemático si el órgano que tiene que regular las operadoras, la Comisión Federal del Comercio, pierde su poder sobre ellas debido a una demanda de AT&T. De ocurrir eso, partes de las normativas de neutralidad de red anulada, como que las operadoras no pueden establecer tarificaciones ocultas o penalizaciones por superar los límites de tráfico en dispositivos móviles, podrían convertirse en un problema (nuevamente) para el estadounidense medio.
Vía: TechCrunch.