Donald J. Trump es un duro negociador y parece que siempre consigue lo que quiere aunque sea con un simple gesto para que alguien obedientemente se siente en su sitio del G20. En ese tira y afloja de guerra comercial están librando China y EE. UU., el presidente estadounidense ha conseguido lo que quería tras una reunión de ochenta minutos con Xi Jinping, el presidente de la República Popular China.
Aunque no han transcendido la mayor parte de las conversaciones y acuerdos a los que hayan podido llegar ambos dirigentes, sí que se han comprometido a reconducir las negociaciones sobre el comercio entre ambos países y a no imponer nuevos aranceles. Por ahora. Como efectos colateral, Trump establece una moratoria al veto a Huawei a falta de hablarlo con el Departamento de Comercio de EE. UU., por lo que la compañía podrá volver a fabricar y actualizar sus dispositivos Android de la manera normal.
Uno de los puntos más candentes de esta guerra comercial es el referente a que China aceptara la normativa de propiedad intelectual en lo referente a productos de empresas estadounidenses, que fue uno de los detonantes de la última ronda de nuevos aranceles por valor de 200 000 millones de dólares. Para aceptar las exigencias comerciales de Trump, China va a tener que modificar extensamente su legislación, sobre todo en este apartado de la propiedad intelectual, pero también tendrá que reequilibrar la balanza comercial entre ambos países que actualmente es muy favorable a China.
De momento Huawei se mantiene en la lista negra de empresas con las que las compañías estadounidenses no pueden comerciar, pero se establece una moratoria inmediata de su aplicación más allá de la prórroga a la compra de repuestos para reparar teléfonos que estaba en vigor. Las conversaciones sobre Huawei se abordarán en una reunión en unos días con los responsables del Departamento de Comercio de los EE. UU., que son los que tienen que sacar de la lista negra a la compañía.