Samsung ha renovado sus relojes inteligentes con el Galaxy Watch Active2 que sigue la línea de lo que la compañía ha venido poniendo en el mercado en los dos últimos años. Vuelve a ser un reloj que utiliza Tizen como sistema operativo, con sus ventajas de cara a consumo y personalización por parte de Samsung, y desventajas para aquellos que quisieran un modelo con Wear OS.
Estará disponible en dos versiones de caja de 40 mm y 44 mm, y ambas usan correas de 20 mm intercambiable. La esfera es circular, con pantallas de 1.2 y 1.4 pulgadas con misma resolución de 360 × 360 píxeles, de tipo Super AMOLED y protegidas con Gorilla Glass DX+.
La versión estándar con NFC, wifi 802.11 b/g/n y Bluetooth 5.0 cuenta con 768 MB de RAM y 4 GB de almacenamiento, mientras el modelo que habrá con LTE pasa a tener 1.5 GB de RAM además de GPS, GLONASS y Beidou. La batería en varía entre 247 mAh y 340 mAh, y se recarga inalámbricamente.
En la parte posterior incluye un sensor de ritmo cardíaco compuesto por ocho fotodiodos, y dispone de electrocardiograma, que es la principal novedad del reloj. El diseño está hecho a prueba de agua y polvo con certificado IP68, y se puede sumergir hasta a 5 atm de presión. Los sensores permiten todo tipo de seguimiento de actividades físicas, desde natación hasta deportes de exterior y pista, así como ejercicios de fuerza.
El reloj precisa de emparejarse con un móvil con Android 5.0 o iOS 9.0 o versiones posteriores para funcionar. El precio del modelo de 40 mm es de 280 dólares y el de 44 mm costará 300 dólares.