Las fuertes críticas al diseño de los teléfonos de Samsung valió la salida de su jefe de diseño y un giro hacia una estética de menos plástico y más metal. El Galaxy Alpha ha sido el primero de la nueva tanda de teléfonos de Samsung centrados en una estética más agradable, y se va a propagar también a la gama media en la forma de los Galaxy A.
Para empezar llegan el A3 y el A5 con cuerpo metálico y tan sólo 6,9 y 6,7 milímetros de grosor, para sus pantallas de 4,5 y 5 pulgadas respectivamente. Incluyen un procesador Snapdragon 400 de cuatro núcleos, habitual ya de la gama media, pero en su versión LTE lo que será un plus para algunos usuarios. Pero ahí acaban las similitudes en hardware y empieza otra vez a notarse el descafeinamiento de características con la disminución del tamaño de pantalla, y es una lástima.
El A3 cuenta con 1,5 GB de RAM y resolución 540x960 píxels, mientras que el A5 tiene 2GB y resolución 720x1280 píxels. Eso hace que el primer tenga 221 ppp y el segundo 296 ppp. Aunque ambos incluyan pantalla Super AMOLED, la baja densidad de píxels del A3 va a ser evidente y a estas alturas insuficiente.
El volumen de ventas de ambos teléfonos va a depender enormemente de su precio, aunque Samsung ha dicho que China será de los primeros países a los que llegará en noviembre. Cualquier precio por encima de los 299 dólares de MSRP será alto, incluso para terminales con chasis de metal. Al fin y al cabo lo que buscamos los consumidores en la gama media es hardware y que nos dure, no un gran diseño. Si se puede tener los dos, pues mejor, pero no es imprescindible.