Uno de los objetivos que se había marcado Apple para su reloj inteligente es que tuviera múltiples características que pudieran emplearse en el campo de la salud. Sin embargo, los planes para ello tuvieron que ser aparcados a mitad de su desarrollo por la falta de fiabilidad de los sensores que estuvieron probando.
Varios sensores iban a ser empleados en el dispositivo para medir, además del ritmo cardíaco, los niveles de estrés o la presión sanguínea. Al basarse en la conductividad de la piel, los ingenieros se dieron cuenta de que el vello corporal, la piel seca o lo apretado que se llevase el reloj, afectaban a las lecturas.
Los modelos que serán puestos a la venta serán más un complemento del iPhone, con un contador de pasos y un pulsómetro muy simples. La razón no es otra que, tras invertir grandes cantidades de dinero en las características médicas del dispositivo, los resultados no estaban a la altura de los estándares de la compañía.
A pesar de ello, las previsiones de ventas son muy buenas. Además, no hay que descartar que en un futuro los sensores que han sido descartados no se integren en futuros modelos, una vez se haya conseguido corregir los problemas de fiabilidad.
Vía: EnGadget.