Microsoft está tomando decisiones y es cada vez más habitual que dé marcha atrás en ellas. La última ha sido la limitación del soporte a los procesadores Skylake en Windows 7 y 8.1, que la redujo de su longitud habitual de 10 años hasta julio de 2018. Una decisión que no afectaba a Windows 10, en un intento por animar a los usuarios domésticos y empresariales a actualizar sus equipos.
Pero estas medidas no han tenido el resultado imaginado, y para evitar más tensiones con las empresas, Microsoft ha decidido extender el soporte a los procesadores Skylake en W7 hasta el 14 de enero de 2020 y W8.1 hasta el 10 de enero de 2023. En la práctica esto afectaba a los parches de seguridad, salvo los críticos, y al soporte a la actualización a Windows 10 dentro del sector empresarial desde equipos con procesadores Skylake con versiones anteriores de Windows (siempre surgen problemas).
Este anuncio de Microsoft hizo que algunas empresas evitaran la actualización de equipos u optar por hardware más antiguo, sólido o con mejor soporte por parte de Microsoft.