Lo más valioso que poseen las empresas que operan en internet es la información de los usuarios. La seguridad de los mismos y el uso que se hace del mismo preocupa principalmente a los activistas, aunque también a políticos, especialmente en Europa. Las compañías tratan de sacar réditos de estos datos, en muchas ocasiones solamente de forma interna pero, en otras, hacen negocio vendiéndolos, cediéndolos, o permitiendo su acceso a los mismos a terceros.
Facebook es la principal red social del planeta y, precisamente por ello, posee una gran cantidad de información sobre sus usuarios y sus hábitos. Durante los pasados meses la imagen de la empresa se ha visto dañada a causa de los bulos, las tan famosas noticias falsas, que se extendieron por la red social durante la campaña electoral de Estados Unidos de 2016.
Apenas ha tenido tiempo para recuperarse del mismo cuando le ha estallado en la cara un problema aún mayor. Este también está relacionado con la campaña electoral de 2016 y la elección de Donald J. Trump como presidente, aunque motivado también el posible uso de datos obtenidos de la red social sin consentimiento de los usuarios para modificar el sentido de su voto.
Cambridge Analytica y la campaña de Donald J. Trump
Los problemas para Facebook vienen por Cambridge Analytica, una empresa que se dedica a combinar la minería de datos con su análisis, así como el corretaje de los mismos, con la comunicación estratégica para procesos electorales. Parte de esta compañía es de la familia de Robert Mercer, quien es un importante contribuyente del Partido Republicano, adalid de numerosas causas conservadoras en Estados Unidos.
La compañía fue creada en 2013, siendo su matriz SCL Group. A parte de participar en varias elecciones en Estados Unidos también tomó parte en el referéndum que se realizó en Gran Bretaña para abandonar la Unión Europea, el tan famoso hoy día brexit, que tantos quebraderos de cabeza está ocasionando en las negociaciones de salida del país.
Durante la carrera hacia la Casa Blanca en 2016, la compañía convenció a Steve Bannon, el infame ex asesor del presidente Trump y estratega de su campaña electoral, de que tenían las herramientas para poder influenciar el voto de los electores, en base a un perfil de personalidad. La única pega es que no poseían los datos para hacer lo prometido, y ahí es donde entra en juego Facebook, más o menos.
Si no tienes los datos, róbalos
Para conseguir los datos que necesitaba, Cambridge Analytica intentó hacerse con los datos de un investigador, Michal Kosinski, quien había creado un test de personalidad que podía deducir información del usuario en función de los me gusta. Kosinski afirmaba que, con unos 68 me gusta podía saber la raza, su orientación sexual y el partido al que suele votar, con una precisión de entre el 85 y el 95 por ciento, en función del parámetro en cuestión.
Uno de los colaboradores de Cambridge Analytica, Aleksandr Kogan, fue el que intentó que la compañía comprase estos datos datos de Kosinski. Ante la negativa de este último, Kogan desarrolló su propia aplicación de personalidad para la compañía por más de 800 000 dólares. Esta fue empleada por unos 270 000 usuarios y, gracias a cómo eran las API de Facebook en ese momento, obtuvieron información de las amistades de los mismos, llegando a obtener los datos de unos 50 millones de usuarios. Solo los usuarios que emplearon a aplicación dieron su consentimiento
Obviamente cuesta suponer que desde Facebook no se dieran cuenta de esta filtración de información. Ante la denuncia de un medio británico, The Guardian, de que esta información estaba siendo empleada en la campaña de Ted Cruz durante las primarias republicanas en 2015, procedieron a investigar la filtración, confirmándola aunque no reconociéndola públicamente.
Los datos robados han de ser eliminados
Los abogados de la Facebook procedieron a contactar con los contratistas de Cambridge Analytica, es decir, a Kogan y sus colaboradores. En la carta que les remitieron estipulaban que los datos habían sido recabados sin permiso y por tanto no podían ser empleados, y que tenían la obligación de borrarlos. Tanto Kogan como Cambridge Analytica habrían certificado ante la red social que habían eliminado dichos datos, pero esto no fue comprobado, por lo que su eliminación no se habría realizado, o solo se habría hecho en parte.
El uso de ellos, así como su obtención, habría contravenido los acuerdos que firmaban con Facebook los desarrollares de aplicaciones. Bajo estos acuerdos, los desarrolladores se comprometían a ceñirse a restricciones de privacidad para los datos que obtenían con las API. Sin embargo, la compañía de Mark Zuckerberg no aplicaba de forma rigurosa estos requisitos, algo que les ayudó en los primeros años a crecer rápidamente.
La característica de las API mediante la cual Kogan consiguió hacerse con los datos se llamaba Permiso de Amigos, la cual fue eliminada por Facebook en 2014. Esta permitía no solo recoger información del usuario, sino también de sus amigos, de ahí que, con solo 270 000 personas que hicieran el test de Cambridge Analytica consiguieran reunir los datos de 50 millones de usuarios.
Si algo beneficia a Trump, siempre va a ser noticia
Este uso de los datos no habría acabado generando más ruido del habitual en estas situaciones si no fuera porque los datos obtenidos por Cambridge Analytica supuestamente han sido empleados para impulsar la campaña electoral de Donald Trump. Hay quien indica que esta empresa ha sido una pieza clave en la estrategia en Internet de su campaña, pero tal vez sea atribuirles más mérito del que se merecen
La elección de Donald J. Trump como presidente de los Estados Unidos pilló por sorpresa a demasiada gente, dentro y fuera del país. Casi medio año después de que fuera elegido, todavía se siguen buscando explicaciones a cómo pudo pasar, ya sea por la difusión de bulos por los rusos o cualquier otra circunstancia.
En este caso, la información de los usuarios habría sido empleada para sacar un perfil psicológico de los mismos para, a partir del mismo, adaptar los mensajes electorales a los usuarios y modificar el sentido del voto de los usuarios. A efectos prácticos, una forma de deformar la realidad para adaptar la percepción del votante a la misma y conseguir el objetivo que se buscaba, es decir, poner a Trump en la Casa Blanca.
Sin embargo, la efectividad de esta táctica ha sido puesta en duda pues sus modelos serían algo menos efectivos que el sistema que habitualmente emplea el Comité Nacional Republicano. Además, también hay afirmaciones de ejecutivos de Cambridge Analytcia de que jamás emplearon este tipo de tácticas, llamadas psicográficas, en la campaña de Trump, a parte de varias informaciones al respecto del año pasado que van en el mismo sentido.
El escándalo no es solo el robo de información
Aunque la compañía ya estaba siendo investigada por diversos medios antes de 2016, su participación en la campaña electoral de Trump puso aún más ojos sobre la misma. Hace unos días, el canal británico Channel 4 News, empleando cámaras ocultas, grabó comentarios del director ejecutivo de Cambridge Analytica, Alexander Nix, en los que este parece sugerir que habían empleado tácticas sucias para desacreditar a adversarios políticos, incluyendo sobornos, prostitutas y espionaje, con el propósito de ayudar a sus clientes a ganar elecciones en varios países.
Estas declaraciones, y que le han acabado costando el puesto a Nix, solo han magnificado el escándalo del uso de los datos obtenidos a través de Facebook, siendo la gota que colmaba el vaso. Todo esto ha hecho que los legisladores de Estados Unidos y Gran Bretaña exijan explicaciones.
En el caso británico, un comité del parlamento británico ha solicitado la comparecencia de propio Mark Zuckerberg. Esta ha venido motivada por la percepción del comité de que, en una audiencia anterior, la compañía «les indujo a un error» sobre esta brecha de información. Por ello quieren que un alto cargo de la compañía con la autoridad debida dé información precisa sobre lo ocurrido.
Mientras tanto, en Estados Unidos, dos antiguos funcionarios de la Comisión Federal de Comercio han indicado que la obtención de estos datos de la red social por un tercero violaría el acuerdo al que llegó Facebook con este organismo en 2011. En caso de que esto acabase confirmándose, la compañía se enfrentaría fuertes multas. Además, congresistas del país también han pedido la comparecencia ante ellos de Zuckerberg para que testifique sobre las actividades de la compañía en esta filtración de datos.
Facebook finalmente reacciona
Lo sucedido con estos datos puede verse como una muestra más de la actitud poco rigurosa que mantiene la compañía hacia el uso que se hace los datos de los usuarios, ya sea por parte de la propia compañía o de terceros. A pesar de las medidas que implementan en la red social para que los usuarios tengan un cierto control de la información que comparten, así como quienes acceden a ella, este y otros casos dan motivos a pensar que no son lo suficientemente efectivas.
Facebook tuvo constancia de que Cambridge Analytica no había borrado los datos la semana pasada, por mediación de varios medios de comunicación, como The New York Times. Por ello, procedieron a bloquearla en la plataforma, contratando los servicios de una empresa de auditoría, Stroz Friedberg, para que verificas si aún tenían en su poder estos datos. No obstante, como las autoridades británicas han solicitado una orden para entrar en la empresa y registrar sus servidores, han puesto freno a la actividad de la auditora.
Mark Zuckerberg ha salido a la palestra, con una entrada en su perfil de Facebook. En ella ha hecho una disección de lo sucedido, con fechas. También ha indicado que no solo Kogan y Cambridge Analytica rompieron la confianza de Facebook, sino que también la compañía ha traicionado la confianza de los usuarios, por lo que van a proceder a tratar de enmendar la situación. Obviamente, los 35 000 millones de dólares que ha caído la compañía en bolsa son la manifestación más palpable de la pérdida de confianza del público en la red social.
El director ejecutivo de Facebook ha indicado la batería de medidas que van a adoptar, que incluye el investigar todas las aplicaciones que han accedido a grandes cantidades de datos de la red social antes de que redujeran el acceso a los mismos en 2014. Cualquier aplicación sospechosa será auditada, bloqueando a los desarrolladores que no esté conforme con esto. Si se encuentra un mal uso de los datos, se bloqueará al desarrollador y remitirán una notificación a los afectados.
También restringirán aún más los datos que se comparten con terceros, exigiendo que los desarrolladores firmen un contrato y obtengan autorización para acceder a los mismos. En cuanto a los datos en poder de aplicaciones ya existentes, habilitarán la posibilidad de que los usuarios consulten qué información están compartiendo con quién encima del apartado Noticias en el muro del usuario.
Zuckerberg también ha concedido entrevistas estos últimos días, en los que ha ofrecido más o menos disculpas, aunque su declaración más significativa ha sido para la CNN, ante quien ha dicho que «no estoy seguro de si debemos ser regulados». Tal vez, lentamente, vayan cambiando en la red social cosas, aunque ya hay un movimiento para el cierre de perfiles al que se ha sumado el cofundador de WhastApp, adquirida por la compañía.
A pesar de las medidas que implementan en la red social para que los usuarios tengan un cierto control de la información que comparten, así como quienes acceden a ella, este y otros casos dan motivos a pensar que no son lo suficientemente efectivas. Precisamente esto está motivando que los legisladores a ambos lados del océano Atlántico analicen con un detenimiento las políticas de privacidad de Facebook y la protección de los datos de los usuarios. El comercio con los datos de los usuarios debe acabar teniendo límites para evitar abusos y mal uso de los mismos.
Vía: The New York Times, BBC, The Guardian, The Washington Post, EnGadget, Reuters, Ars Technica, Mark Zuckerberg.