El robo de datos de usuarios de Facebook efectuado por un contratista de la empresa Cambridge Analytica va a dar que hablar durante mucho tiempo. A parte de haber empañado la imagen de Facebook, no solo por el volumen de los datos que recoge de un usuario o del uso que hace de los mismos, se ha puesto en evidencia la laxitud que aplica a la hora de compartirlos con otras compañías y del seguimiento que hace del uso de ellos que estas hacen.
Los responsables de la empresa británica Cambridge Analytica habrían conseguido los datos de unos 50 millones de usuarios gracias a la aplicación desarrollada por un contratista. Estos habrían sido empleados en la campaña de las elecciones presidenciales de 2016, para tratar de beneficiar a la campaña del actual presidente, Donald J Trump. A causa de este supuesto uso la compañía ha sido demandada ante la Comisión Electoral Federal y el Departamento de Justicia por vulnerar las leyes electorales.
Los demandantes son un grupo llamado Common Cause, los cuales han denunciado que las leyes electorales prohiben que cualquier extranjero participe en la estrategia de las campañas electorales de los candidato. Desde Cambridge Analytica habrían ignorado las advertencias que les habrían hecho para que se abstuvieran de participar en los comités políticos y de proporcionar los datos de usuario de Facebook a las campañas de Donald Trump y de Ted Cruz.
Entre los indicios aportados está un artículo aparecido en The New York Times en el que se describe un memorando de un abogado que indica que Cambridge Analytica podía recoger los datos y procesarlos, pero que solamente ciudadanos estadounidenses podían interpretarlos. En esta carta, dirigida a Steve Bannon (asesor de Trump), Rebekah Mercer (donante republicana), y a Alexander Nix (director de Cambridge Analytica), se pedía también a Nix que se abstuviera de gestionar clientes estadounidenses, algo que ignoró por completo.
A pesar de que desde Cambridge Analytica no han hecho comentarios sobre las elecciones, esto les va a poner contra las cuerdas aún más, pues se les está acusando de interferir directamente en la campaña. Esta acusación, en caso de demostrarse, sembraría aún más dudas sobre la elección del actual inquilino del 1600 de la Avenida de Pensilvania. Si no son los rusos o las actrices porno, a lo mejor este escándalo podría costarle la reelección.