Estados Unidos de América tiene una larga tradición de espiar a sus ciudadanos, por lo que no le gusta que otros países se entrometan en ello. Lo demuestra el escándalo del PRISM de la NSA y la huida de Edward Snowden a Rusia, y de eso hace poco más de una década. Ese sistema de espionaje al pueblo estadounidense en particular y a Occidente en general se está reinstaurando poco a poco porque «patatas» «Rusia». Una pieza que se escapa a su control es el antivirus y antimalware Kaspersky, de los más populares pero «Rusia», así que Biden lo prohíbe a partir del 1 de julio en suelo estadounidense.
Hasta cierto punto no voy a decir que no pueda ser una amenaza de seguridad. Es un programa de protección con muchos permisos de acceso al sistema operativo desarrollado por una empresa extranjera. Pero los servidores de Kaspersky están en diversos países occidentales, los cuales son auditados por terceros, y realmente cualquier Gobierno podría comprobar el uso que la compañía hace de la información que tiene o de cómo funciona, y que realmente es un antivirus seguro. Pero eso no encaja con los deseos del Gobierno estadounidense y otros de Occidente de ejercer un mayor control sobre la ciudadanía.
Esto no es una teoría de la conspiración, es un hecho. Hasta la Unión Europea quiere aprobar una ley para eliminar el cifrado de extremo a extremo en las comunicaciones entre ciudadanos. Lo que es peor, quieren que las empresas de las aplicaciones de chat escaneen el contenido de los mensajes. O sea, PRISM de nuevo. Solo les faltaba un claro enemigo exterior para avalar todas estas medidas de eliminación de la privacidad, y ese es Rusia.
El comunicado por el que se veta a Kaspersky es de risa. Se alega genéricamente que es una «posible amenaza de seguridad actual o futura». Para prohibir a Huawei fueron mucho más exhaustivos porque la amenaza sí que es real —se quiera o no, Huawei tiene estrechos lazos con el Ejército chino—. Por esta regla de tres, vamos a prohibir Windows por Recall o Restauración, que eso sí es una amenaza de seguridad real actual, y que cuenta con la aprobación de Biden y sus titiriteros. Lo de que los gobiernos occidentales están recreando PRISM a alto nivel no es una fantasía, es una realidad. Si se van uniendo todas las pruebas, porque son más que indicios, el futuro que nos aguarda en el terreno de la privacidad de nuestras comunicaciones es muy oscuro.
Empresas como Kaspersky se interponen a ese futuro de 1984. En algunos países hasta la libertad de información está en peligro, otro escollo para volver a crear PRISM, porque el Gobierno dictatorial de turno quiere decidir qué es verdad y qué no lo es en lugar de que lo determinen los jueces, lo cual es terrible. Y así estamos. Hoy es Kaspersky, mañana el cifrado de extremo a extremo, y pasado mañana la gente solo se podrá informar a través del NO-DO del dictador de turno.
Vía: Ars Technica.