La confrontación geopolítica entre China y EUA, iniciada por Trump y llevada al extremo por Biden, está creando una gran inestabilidad en la economía global. El problema es que hay ciertos mercados que dominan China y sus aliados, entre ellos el de la producción de materias primas. El sector tecnológico está tirando de la innovación, pero hace un uso extenso de tierras raras, aquellos metales que no es que sean escasos sino que es muy raro que no estén mezclados con otros durante su extracción. China acapara en torno al 70 % del mercado de tierras raras, y ahora va a nacionalizar ese control.

Será a partir del 1 de octubre cuando todas las empresas que se dedican a su producción estarán sujetas a una nueva regulación que prohíbe que individuos y organizaciones extraigan o dañen las tierras raras. Para operar, las actuales empresas tendrán que estar intervenidas por el Estado chino, que es básicamente la nacionalización de estos materiales.

La nueva regulación cubre todo lo relacionado con las tierras raras: extracción, procesamiento, fundición, distribución y exportación. El problema al que se enfrenta ahora Occidente es que las leyes medioambientales han hecho que en las últimas tres décadas se dejara de extraer y procesar las tierras raras en Occidente, dependiendo cada vez más de China. La separación de las tierras raras de los otros materiales con los que se mezclan en los yacimientos es un proceso altamente contaminante. Para permitir su procesamiento en Occidente habría que dar marcha atrás a muchas de las leyes medioambientales. Va a estar muy gracioso ver cómo lo justifican.

Vía: Tom's Hardware.