La presentación hace un par de semanas del iPhone 5s trajo con ella la introducción del nuevo procesador A7 diseñado por Apple. Una vez que se ha puesto a la venta y ciertas compañías han podido desmontarlo y examinar más en profundidad sus componentes, es hora de fijarnos en su rendimiento.
El procesador A7 vuelve a contar con solo dos núcleos, como viene siendo habitual en Apple desde hace dos años con el procesador A5 del iPhone 4S. Fabricado con tecnología de 28 nm (frente a los 32 nm del A6 del año pasado), la mayoría de las pruebas de rendimiento lo ponen por delante de los procesadores de la competencia. La velocidad de ambos núcleos ha sido ligeramente subido a unos 1.3 GHz, lo que está lejos de los 2.2 GHz del Snapdragon 800, pero que tiene grandes ventajas.
La primera, indicada por la propia ARM en su diseño de referencia, es que cuanto más se alejen las compañías de este valor menos eficiencia energética tendrá el procesador. Por eso el iPhone, con su batería de 1.600 mAh, sigue durando lo mismo que los teléfonos de la competencia con baterías de 2.500 mAh, ya que Apple siempre ha puesto mucho empeño en mantener la eficiencia energética en sus productos. Beneficios adicionales de esto es que los teléfonos tardan menos en llegar a cargarse completamente.
La segunda es que, como ya comenté en otro artículo, cuatro núcleos no siempre son mejores que dos. Para limitar el consumo de los procesadores de cuatro o más núcleos, cuando están realizando actividades intensas para la CPU, tras un breve espacio de tiempo el procesador degrada la velocidad de los núcleos para limitar el consumo. Esto da como resultado que en tareas en las que baste con usar dos núcleos (la mayoría) a 1.7 GHz, se completarán antes que en procesadores de cuatro núcleos en las que terminan siendo degradados de 1.7 o más GHz a 1 GHz para limitar el consumo. Es el motivo por el que el procesador del Moto X de Motorola (o este A7 de Apple) son más eficientes y mejores para la mayoría de las tareas que los de cuatro núcleos.
A continuación podéis ver algunas de las comparativas sobre procesamiento en navegadores. Aquí el A7 se beneficia también de su arquitectura de 64 bits, aunque la ganancia real no está solo en ella. Solo le gana el Atom Z3770, un SoC que todavía no ha salido a la venta en ningún producto aunque está destinado a crear tabletas con Windows 8 de alto rendimiento y bajo consumo (y compatibles con juegos que utilicen DirectX 11 u OpenGL 3).
Sobre el apartado de potencia gráfica, el procesador cuenta con tres núcleos basados en PowerVR G6430, cuya potencia gráfica rivaliza con la de tarjetas de sobremesa de nivel de entrada como Radeon HD 7770 o la GTX 460 de hace un par de años. Son tarjetas gráficas de unos 70 u 80 euros actualmente, por lo que es impresionante a dónde se dirigen estas GPUs de dispositivos móviles.
En el único apartado en que sí que son mejores cuatro núcleos, y del que se beneficia el LG G2 y su Snapdragon 800, es en juegos que necesiten de mucha capacidad de procesamiento. Pero esto, como ya he comentado, tiene consecuencias: mayor consumo.
¿Llegará algún momento en el que Apple duplique el número de núcleos de sus procesadores? Pues visto lo visto en el A7, dudo mucho que lo haga si no viene acompañado de una mejoría importante en las baterías, algo que no se espera a corto plazo puesto que su eficiencia está mejorando a un ritmo del cinco al ocho por ciento anual. Mientras tanto, Apple seguirá optimizando y ahorrando energía en aquellos puntos que puede, como por ejemplo el coprocesador M7 que libera al procesador la toma de medidas de los sensores de que dispone el iPhone 5s. Por eso con el procesador A7, Apple ha vuelto a conquistar la cima en el mundo de los procesadores.
Vía: PhoneArena.